Natalia Rodríguez refrescaba su correo cada cinco minutos, con la esperanza de saber algo de Libia, según la poca información que tenía, su amiga se había ido a Brasil.
Faltaba una semana para que se cumplieran cuatro meses sin saber de ella. Le mandó cientos de correos, y miles de mensajes a sus redes sociales y nada.
No tenía de otra que ir a las autoridades correspondientes, así que fue hasta la estación y frente a un policía, respondió los cuestionamientos de rutina.
—¿Por qué se tardó tanto tiempo en poner una denuncia? Dice que su amiga va a cumplir dieciséis semanas desaparecida.
Natalia balbuceó un poco, ¿qué debía decir?
—Digamos que fui a ver a su tía y me dijo que todo estaba bien.
El oficial enarcó una ceja y siguió con su interrogatorio.
Veintiún minutos después, le informaron que le harían una visita a Elena Musso, por ser la última persona que tuvo contacto con la desaparecida.
Natalia sudó frío, su estómago se revolvió, y comenzó a despedirse de su trabajo.
Al día sigu