"¡No!". Damon rugió, su adrenalina aumentando. "¡No puedes hacer esto! ¡No es justo! ¡Yo soy tu heredero! ¡El trono se supone que es mío! ¡El no lo puede tener y no huiré!".
"No tienes otra opción. Tú mismo hiciste esto y ahora tienes que afrontar las consecuencias", Andras dijo con firmeza: "No te protegeré de las consecuencias, Damon. Por lo que a mí respecta, ya no eres mi hijo".
El rey se sentó de nuevo en su silla, su mente dando vueltas, sin poder procesar la sorpresa de esta convers