Ella frunce el ceño por un momento, obviamente pensándolo. Entrecierra los ojos: "Siempre que no la dañes".
Riendo, me quito los zapatos y me subo a la cama, cuidando no mover ninguno de sus cojines cuidadosamente colocados. Justo cuando me acomodo a su lado, golpeo accidentalmente uno de los cojines, y un gruñido de gatita sale de su pecho. Es entonces cuando la tomó en mis brazos, vuelvo a poner el cojín y llevo su pequeño cuerpo hacia el mío.
Por un rato simplemente besó a Ella, feliz de