POV: Amaia.
En cuanto el auto se adentra en el aparcamiento privado del club, veo que muchas de las chicas vienen llegando. Algunas solo siguen su camino, pero la gran mayoría, se dedica a observar quién llega, qué cliente hará su presentación tan temprano en la noche. Por supuesto, ni siquiera esperan que sea yo la que me baje del auto; no conciben que algo así pueda sucedernos a mujeres como nosotras. El único pensamiento que pueden tener, de serlo, y el que estoy segura pasa por sus cabezas ahora mismo, mientras el guardaespaldas me ayuda a bajar, es que me rendí al servicio de alguno de los clientes.
Yo, la reina de la indiferencia. La intocable.
Las expresiones boquiabiertas son muchas e internamente, me regodeo de esto. Tanto que me criticaron sin razones, ahora estoy dándoles verdaderos motivos. Mantengo mi altanería todo el trayecto hasta la puerta por donde entramos los empleados. Al