—¿Acaso tú mismo tenías la capacidad de ganar dinero en la secundaria? replicó Juan con una ceja levantada.
Juan continuó: —Una muchacha tan trabajadora y persistente como ella, merece una oportunidad, directora Mía. Además, su nivel educativo cumple con los requisitos exigidos por la empresa. Si la contratan, me comprometo a guiarla y supervisarla personalmente. Si comete algún error, pueden descontar de mi salario.
Elena, muy sorprendida, miró a Juan con los ojos muy abiertos, preguntándose por qué este hombre, un completo desconocido para ella, estaba tan dispuesto a ayudarla.
Mía también mostró su enorme sorpresa y preguntó: —¿Es tu novia?
Elena se sonrojó intensamente y sacudió la cabeza con gran fuerza. Juan también negó con la cabeza rápidamente: —No, tengo esposa. Ella es muy hermosa y es una directora ejecutiva.
Mía rodó los ojos. Para ella, esto parecía otra de las exageraciones de Juan.
Si su esposa realmente fuera una directora ejecutiva, ¿por qué entonces, necesitaría bu