En la escalera.
Uno de los asistentes de Vittorio le preguntó con cuidado:
—Señor, ¿quiere aprovechar esta noche para hablar con Adriana? ¿Y luego mencionarle lo del patrocinio de su perfume, para que acepte sin problemas?
Vittorio no respondió de inmediato.
—Pero… ¿no es cierto que patrocina su perfume solo para tener más oportunidades de acercarse a ella? ¿No es demasiado indirecto? —insistió el ayudante, confundido.
Vittorio cerró los ojos un momento y lo miró con seriedad.
—¿Cuántas veces tengo que repetirte que todo lo que el abuelo me pide debe ser analizado con cuidado? Si él quiere que me acerque a Adriana con tanta sutileza, ¿por qué sería directo, como si estuviera intentando conquistar a una muchacha cualquiera? Si fallo… ¿quieres que la fortuna de la familia Bruges termine en manos de Fabrizio?
—Tiene razón, señor. Me equivoqué —dijo rápido el ayudante, bajando la cabeza.
—Menos palabras, más acción.
Vittorio bajó los últimos escalones, mirando a Adriana,