Sus emociones se estaban volviendo locas y sus hormonas latían en olas elevadas. La vio, todavía en pie, cuerpo suave y ojos verdes muy abiertos y oscuros. Su cabello era un lío encantador y su boca estaba hinchada. Ella estaba mirando como si quisiera... no, necesitaba algo.
Lo necesitaba.
Escuchó las palabras y su corazón comenzó a latir casi violentamente. No podía pensar, no podía respirar, todo lo que quedaba era sentimiento y sería condenado si dejaba que eso se escapara esta vez.
Con una última mirada final, se movió. La acercó más y la empujó hacia la pared más cercana que pudo encontrar.
No más interrupciones.
Carmen podía sentir la pared detrás de ella y el calor de su cuerpo parado tan cerca. Sus labios, esos perfectamente maravillosos y besables, estaban fantasmeando sobre los de ella, aún no se tocaban...