Me despierto muy temprano, con una idea rondando mi mente, pero todavía sin detallar. Con tanto drama sucediéndome, me había olvidado que le debía una venganza a Andrea en contra de Leo y que me la debía a mí misma, por lo del comentario jocoso que hizo durante la comida unas noches atrás.
La idea es buena. Ahora solo falta buscar el momento idóneo para realizarla.
Andrea y yo salimos al pueblo, por orden de abuela Nora, para comprarle algunas cosas que le hacían falta. Por el camino le comento lo que estoy planeando para molestar a Leo y ella sonríe, complacida. Cuando regresamos, al mediodía, ya mi primo está levantado, nos miramos cómplices y subimos al cuarto para esperar el momento oportuno.
Estamos conversando de temas sin importancia cuando siento la voz de la abuela pedirle a Leo que nos llame a almorzar. Sonrío perversamente, ante la posibilidad que acaba d