LillieEstoy pasmada en el mismo lugar, sin poder articular ninguna palabra. Entretanto, él muerde, besa y acaricia cada parte de mi cuerpo. Besa mi cuello y agarra mis manos con firmeza para que no me escape. En este momento no tengo cabeza para hacerlo. Su aliento ardiente y la calidez de su lengua me provocan un escalofrío por toda mi espalda. Tiemblo, pero ya no sé si sea solo de miedo o una mezcla de una sensación extraña que recorre todo mi ser con sus besos y caricias.Desliza la boca hasta mi oído:—Ahora me perteneces completamente. —Subraya todas y cada una de sus palabras—. Serás mía para siempre —susurra en un tono sexual y tremendamente serio. Mientras tanto, se restriega más en mí.El ritmo de mis latidos aumenta más.¿Ahora le pertenezco? ¿Suya? ¿A qué se refirió con todo eso?Justo cuando creo que va a invadir el interior de mi zona íntima con sus dedos, cambia radicalmente de dirección. Aleja su toque de ese íntimo lugar y me acaricia la cadera. Me sobresalto. Su agarr
Recobro los sentidos cuando veo que su rostro cambia de serio a arrogante. Ladea una sonrisa, esa mueca de cinismo que odio, pero que a la vez me comienza a gustar. ¿Por qué? No lo sé. Lo hace ver más atractivo y sexi. Me hace perder en ella mientras lo observo. Contemplo sus labios carnosos; deseo que me vuelva a besar.«Ya estoy pensando tonterías».Regresa a mi consciencia la voz de mi hermana. Ella me espera afuera. Escucho la parte sensata de mi cerebro y comienzo a moverme. Empujo la puerta para salir lo más deprisa de ahí y camino a pasos apresurados hasta llegar al lavamanos, donde se halla mi hermana viéndose en el espejo mientras acomoda su cabello. Abro el grifo para beber un poco de agua con mis manos y echarla en mi cara. Necesito refrescarme, ya que siento mis mejillas ardes. Espero que eso ayude un poco. Mis manos tiemblan y sigo nerviosa. El Diablo sigue en el cubículo, solo espero que no se atreva a salir hasta que nos vayamos, porque si sale en este instante y mi herm
LillieSigo atrapada en ese brazo fuerte, pegada a él. Nuestros cuerpos se encuentran de lado hacia la sala, donde se encuentran mi madre y mi hermana. Mi mirada va de él hacia ellas; las noto con una expresión de confusión y asombro. El Diablo sigue sin soltarme. Regreso mi mirada a él para informarle con mis ojos que me suelte. Sin dejar de verme me suelta despacio y sin poner distancia se queda en la misma posición. Su rostro se gira hacia mi familia y vuelve a sonreír con una fingida alegría.«¿Qué se trae entre manos?».—Muy buen día. —Se acerca a mi madre—. Es un placer por fin conocerla. —Toma su mano y le deposita un beso con caballerosidad—. Dante Mancini —completa su presentación con una sonrisa exuberante—. Estas son para usted. —Le entrega el hermoso ramo de orquídeas.«Por un momento creí que eran para mí».Me limito solo a entornar los ojos por su actuación.—Un placer. —Mi madre sale de su asombro para responder también con una sonrisa amable—. Elena Watson. Son bellísim
Mi hermana ya está haciéndose ideas tontas en su cabeza, y lo peor de todo es que se las dice a la niña para que también las diga. Tendré que hablar con ella más tarde de esto.El imbécil suelta una risa sin que se escuche mucho. Lo fulmino con la mirada. Que ni se haga ideas por las palabras de una pequeña de seis años.—Claro, él también vendrá a comer con nosotras —contesta mi madre y se pone de pie.La ayudo para dirigirnos al comedor. Hago a un lado mi molestia por la invitación que le hizo mi familia. Mi mal humor tardará más en esfumarse. Llegamos y tomamos asiento. Él nos sigue. Después se coloca a mi lado, ya que mi hermana le dio ese sitio. Le lanzo una mirada con dagas, que ella ignora. ¿Qué le pasa? Ya solo les falta que me casen con él. No, no, ni loca. Primero muerta que tener que ver con este cretino.La comida se va en charlas entre mi madre y Alex, también entre preguntas que le hacen al Diablo. “Por tu acento, ¿de dónde eres?”, “¿A qué te dedicas?”, “¿Tienes familia?”
DanteSigo en Nueva York, pero tengo que regresar a Italia lo más pronto posible. Tengo que resolver unos asuntos.Ya pasó un día desde que me marché de la casa de Esmeralda. La dejé más furiosa que de costumbre. Cada vez que la tengo cerca la deseo más y más. Me desespera no poder hacerla mía. Como no la puedo tomar a la fuerza, me resisto. Aún no sé de dónde sale tanta fuerza de voluntad. Si sigue negándose, tendré que actuar por instinto, ya que no sé cuánto tiempo más podré controlarme.Ahora estoy en mi empresa, justo en mi oficina . Edgardo se retira y se dirige a la suya. Tengo asuntos pendientes que conversar con su hijo, información importante que tiene que entregarme, y él no está al tanto de ello. Tampoco quiero que lo sepa. Sé que ya tiene información de Lionel Bachman. Hasta que no resuelva ese problema, no podré concentrarme en nada más.—Pasa —digo cuando golpean la puerta. Intuyo que es Iván—. ¿Qué encontraste? —le cuestiono en cuanto entra al despacho. Me encuentro sen
No dejo de pensar en ella, siempre está presente en mi mente, más cuando me encuentro en una situación de peligro. Cada mañana, al despertar, es lo primero que recuerdo; sus bellos ojos esmeralda. Tal vez sí me afecta el deseo que le tengo. Como dijo mi amigo, quizás es necesario terminar con ello de una vez por todas y así salir de esos abrumados pensamientos.A pesar de que tengo su número de teléfono, desde que el abogado me dio la información nunca la llamé ni le escribí, y no tengo pensado hacerlo. Sé que con eso también la puedo poner en riesgo, pues los teléfonos pueden estar intervenidos. Iván y Franco se encargan de revisarlos siempre, pero aun así no me fío. Cuando llamo para notificar o pedir información de algo, hablo en clave. Siempre soy precavido.—Estado. —Es una manera de preguntar para saber información de ella.—Todo en orden. La gatita sigue en casa. —Es una forma en clave de llamarla, pero para mí es como una felina, una gatita.—Perfecto. En unos minutos más recib
LillieMe dejó desconcertada con toda su falsa actuación. Mi familia se creyó toda la amabilidad que les demostró. Además, alucinan con él. Por ese lado, las comprendo. Puedo decir que en alguna otra ocasión también pasó conmigo, pero no tengo que dejar que eso vuelva a ocurrir. No puedo darle gusto en lo que él quiera. Si lo hago, creerá que tiene todas las de ganar conmigo y pensará que ya me tendrá comiendo de su mano. Tengo que pensar con inteligencia y astucia. Necesito hacerlo, ya que todo esto me confunde. No puedo creer que en tan poco tiempo que tiene de haberse ido ya lo comienzo a extrañar. Es algo estúpido y sinsentido, pero algo en mí cambia.Tengo dolor de cabeza por no haber dormido muy bien. Mi mente no dejó de pensar en él, así que no logré conciliar el sueño. Mi hermana me dio algo para el dolor. Me encuentro con ella en la cocina preparando el desayuno. Hoy es domingo, por lo que no trabaja, de modo que le toca cocinar.—¿Todo bien? —le pregunto cuando la noto distra
Lloro sin parar en mi habitación. Me encerré para que mi madre y mi hermana no se enteraran de nada. Tengo que hacerlo por ellas, que dieron todo por mí. No puedo dejarlas solas cuando más me necesitan. No tenía muchas opciones. También debía ese dinero, y por esa razón él me acorraló en el baño del hospital. Si le doy lo que tanto me ha pedido desde que lo conocí, tal vez después me deje en paz y se marche para siempre de nuestras vidas. Solo será una noche, solo una noche.¿En realidad quiero eso? ¿Quiero que se vaya? Ya no sé qué es lo que quiere y qué no.Me duermo por un instante, pero tengo sueños extraños. Es una casa enorme y parece ser de las afueras. De repente, un hombre de cabello oscuro, piel bronceada, tatuado, aparece. No veo su rostro. Me recuesta en un escritorio y me agarra de las piernas. Yo solo sollozo. Él desabrocha su pantalón y lo baja para tomarme a la fuerza, sin contemplaciones ni nada, mientras grito con desesperación. Lloro de nuevo cuando me despierto. Sud