Capítulo 52

Emily.

Su sonrisa de picardía solo hizo que mi estómago se incendiara de la emoción y la anticipación, sensación que apretó todo mi cuerpo. Para mí pasaron siglos desde que ese hombre y yo pudiéramos compartir un momento como este, y anhelaba cada segundo porque este auto llegara a su punto, para olvidarme del mundo y de los problemas que aún nos rondaban.

Aunque conocía Cambridge como la palma de mi mano, entramos al estacionamiento de una especie de edificio al que ni sabía existía. La iluminación lo hacía ver muy elegante, y no esperé a que terminara de dejar su auto en algún sitio cuando abrí mi bocotá sin esperar, debido a la ansiedad.

—Nunca estuve aquí.

—Me lo recomendaron, es como un hotel, pero a la vez un casino, también hay una discoteca… de hecho

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