Capítulo 4: Eliminar

El auto se detuvo frente a mi edificio, Matt se encargó de ayudarnos pero insistí en que no era necesario. Kim tomó las bolsas decidiendo dejarme a solas con el chico. Iba a matarla por eso.

—Gracias por traernos—sonreí un poco. Duke se había quedado en el asiento de copiloto mirando jugando con una pequeña pelota.

—De nada, señorita.

—Puedes llamarme Susan, señorita es algo...incómodo—pedí. Río bajo haciéndome sentir algo de felicidad, sus ojos café brillaron.

—De acuerdo, Susan—caminó hacia su auto. Subí los escalones con el bolso que había llevado al parque, me giré mirándolo.

— ¿Te veré en la cafetería?—alcé un poco la voz. Abrió la puerta del auto pero antes de subir asintió con una sonrisa la cual ya estaba acostumbrada a ver.

Entré al edificio al ver que el auto desaparecía, ¿Qué demonios acaba de ser eso? ¿Acabo de preguntarle si iba a volver a verlo? Que estúpida soy, es obvio que quiso traernos como recompensa por haber conseguido a su perro, subí al departamento en el ascensor, Kim caminaba de un lado a otro en la cocina sacando todo de las bolsas.

— ¿Y Matt?

—Se fue—dejé mi bolso sobre una de las sillas. Quité mi chaqueta notando su mirada— ¿Qué?

— ¿Por qué no lo invitaste a pasar?

—Tenía cosas más importantes por hacer...

—Estás mintiendo—colocó sus brazos en jarra—Ni siquiera le preguntaste, ¿Cierto?

—Kim, es un extraño, no lo invitaré a mi casa—la ayudé a guardar las cosas.

—Pues no parecían tan extraños en el auto, tienen cosas en común, incluso más de lo que tuviste con Max—señaló. Me detuve mirándola con enojo—Lo siento, no quise decir...

—Mejor guarda las cosas, iré a bañarme—tomé mi bolso y la chaqueta encerrándome en mi habitación. Dejé todo sobre la cama parpadeando varias veces, no podía llorar ahora.

  • ••

Al estar bajo el agua de la ducha cerré mis ojos sintiendo como caía todo sobre mi cuerpo, mi cabeza iba a explotar, recordé como conocí a Max, Teresa necesitaba algunas cosas para la decoración de su casa, la chica recién se había mudado y necesitaba reparar algunos bombillos, cables y enchufes, las primeras miradas, las primeras sonrisas, los primeros sentimientos, todo, todo se lo había llevado él con su estúpida sonrisa.

Con mi espalda contra la pared fría me dejé caer sollozando, el sonido del agua cubría mi llanto y las gotas se confundían con mis lágrimas, abracé mis piernas sintiéndome tan destrozada como hace seis meses. ¿Por qué no pude tener un final feliz? El recuerdo de Teresa en el parque me colocó peor, la chica había seguido con su vida como si nada, ¿Por qué no podía hacer lo mismo?

La televisión estaba encendida con el volumen bajo, había comenzado a llover un poco, me encontraba con la pijama puesta abrazando mi gran almohada, las lágrimas se habían desaparecido, mi mente estaba en blanco o por lo menos eso quería creer.

— ¿Puedo pasar?

—Adelante.

Kimberly entró con una bandeja, me mantuve en mi posición con la vista fija en la pantalla, dejó lo que traía sobre la mesa de noche para luego recostarse a mi lado con un suspiro.

— ¿Está interesante la serie?

—No está mal—contesté sin moverme.

—Susan, lo siento—respiré profundo—No debí decir aquello es sólo que...a veces quisiera verte tan feliz como antes con alguien más.

—Y yo quiero que entiendas que en estos momentos no me siento lista—la interrumpí al instante siendo fría—Todavía estoy recuperándome, quiero estar sola en este instante, amo mi soledad, nadie puede lastimarme en ella.

—Lo sé, lo siento, ¿Me perdonas?—se acercó a mí. La miré incrédula—Prometo no insistir más.

—Está bien—la abracé escuchando su risa.

  • ••

En el desayuno revisaba mi celular, borraba algunas cosas que sólo ocupaban espacio en el aparato. El cereal se mantenía tibio, me gustaba juntarlo con la leche algo caliente, un nudo en mi garganta apareció cuando nuestra foto salió en pantalla. Max y yo sonriendo juntos, fue el día que cumplimos dos meses de habernos conocido. El chico me había llevado a cenar a un lujoso restaurante, fue tan hermoso y romántico que nunca podré olvidarlo.

Recuerdo haber reído esa noche, nuestros labios se unían a cada minuto, estaba tan confiada de que me amaba, de que ambos sentíamos lo mismo, estaba totalmente ciega. Noté cierto parecido en su rostro con el de Matt, negué con la cabeza desapareciendo esas ideas locas. El chico no me buscó, nunca le di lo que quería, sólo una aventura entre sábanas.

Sí, incluso teniendo veinticuatro años seguía siendo virgen. Ningún hombre me ha tocado aún, en un principio a Max le costó aceptar no tocarme hasta la boda, siempre era tan dulce pero cuando la intensidad lo dominaba podía ser salvaje y aquello no me gustaba.

Suspiré presionando la opción de "Eliminar".

Algunas veces la vida debería tener ese botón, todo sería más sencillo y menos complicado.

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