Capítulo Dos: Instinto Salvaje

25 de agosto del 2027

Agatha 

Sucedieron tantas cosas hace dos años atrás, que por culpa de mi medio hermano termine siendo cómplice de todas sus fechorías, los documentos que firme me trajeron consecuencias innegables y los posteriores que me obligaron a firmar fueron el culmine de que me involucraran hasta la médula, atribuyéndome responsabilidad que no me pertenecía.

En estos momentos estoy enfrentando un procedimiento judicial y federal investigativo, en el cual están esperando capturar a todos los involucrados del centro de experimentación Hölle para que realicen sus declaraciones y se presenten las pruebas contra ellos, y con eso poder ser juzgada con una sentencia que me llevara varios años en la cárcel estatal o ser sometida al propio sistema judicial que construyo la manada luna blanca, solo pensarlo un escalofrió recorre todo mi cuerpo, pero no puedo hacer ni decir nada.

Solo debo mantenerme a merced y en custodia del gobierno, además de prestar todas las atenciones que ellos requieran.

Es por esa razón que hoy tengo una reunión importante.

Después de crear los fármacos y salir de ese lugar, no me importo mucho las repercusiones que me perseguirían por siempre y alerte de forma anónima a Servicios sociales de vida libre, quienes son los encargados de velar por todos los licántropos que sobrevivieron, para dar las coordenadas exactas de aquel centro. 

También en los cuarenta y cinco días que estuve ahí descubrí las interrelaciones que tenían con otros laboratorios clandestinos que estaban escondidos en diferentes puntos estratégicos de Alemania y sus alrededores. Con esa información se pudieron desbaratar cuatro estancias ilegales, que dieron resultado para rescatar a más de sesenta hombres lobos.

Los acontecimientos de mi pasado me siguen acechando.

Niego con la cabeza para disipar todos esos pensamientos lúgubres y camino hacia la oficina donde me está esperando el general Ansel Koch.

—Un gusto conocerlo general —digo cuando estoy dentro de la oficina y tiendo mi mano para saludarlo.

—No puedo decir lo mismo señorita Müller —enuncia seco mientras me da un apretón de mano—. Por favor tome asiento.

Suspiro resignada, es obvio porque no, me ven como si fuera el enemigo que ayudo a esos mal nacidos. Me siento frente a su escritorio, esperando la información que tiene que darme.

—Seré breve —continua el general—, Eros la ha convocado para que trabaje en las dependencias del nuevo sistema que ha creado la manada Moon White.

Solo escuchar esa frase percibo como el aire de mis pulmones me abandona, dando paso a un shock que me lleva a analizar toda la situación que me abruma.

—¿Qué? No, por supuesto que no... Simplemente no puedo —digo alarmada negando y parándome de inmediato, cuando salgo del trance profundo.

Ansel resopla fastidiado.

—No está en posición de negarse, además conocemos a la perfección su expediente, a pesar de ser un caso reservado, usted sigue estando en proceso de enfrentar un juicio e irse a trabajar en la manada es la mejor alternativa que tiene para frenar las múltiples amenazas de muerte que ha sido expuesta.

Inhalo profundo sentándome otra vez, mientras juego con mis dedos. 

A lo largo de estos dos años he recibido amenazas de toda índole, desde recibir cartas hasta artefactos explosivos, no sé cómo, pero siempre terminan sabiendo el número de las diferentes residencias que el gobierno me ha proporcionado.

—Lo sé —enuncio dudosa—, pero esto es una pésima idea en todo sentido.

—Si Eros la quiere en sus filas, no hay nada más que hacer.

—General —contradigo—, si aquella manada saben que trabaje para el centro de experimentación Höllesolo querrán venganza, tampoco es muy viable que trabaje y me esconda allí.

El miedo me corroe, pero no por trabajar con ellos, sino porque puedo encontrarme con código 25, nunca lo pude olvidar después de todos esos sucesos que nos unieron, pero tampoco me siento preparada de volver a verlo, aunque en el lugar en el que viven es tan grande, que parece una ciudad propia con sus propias leyes, que sería casi imposible que me lo encontrara.

El remolino de emociones se descontrola en mi vientre provocándome espasmos que detesto.

—Agatha esto no está en discusión, prepare sus cosas, porque esta misma tarde se traslada al bosque encantado en donde el Alpha la recibirá

—ordena Ancel dando finalizada la conversación.

Asiento cabizbaja y me paro para preparar todo. Solo espero que mi estancia sea pasajera y no haya ningún tipo de inconvenientes.

.

.

Slayer

—¡Slayer! —ruge Igor. —Tenemos que recibir a la humana.

Y solo escuchar eso, la sangre me hierve, odio a todos los humanos, es que todos son igual de crueles y traicioneros. Ni siquiera sé porque le damos tanta importancia cuando no se lo merecen.

Cuando llegué a este lugar, hace ya dos años, me acomodaron en las montañas casi al límite del bosque, donde por fin pude ser libre y decidir por mí. Sin embargo, ahora por orden de Eros me han trasladado al centro de la manada para encargarme de la seguridad de los míos, pero también con el fin de que me integre más e interactúa con esa raza que me humillo y golpeo por casi toda mi vida, ya que algunos de ellos trabajan para nosotros.

No puedo disimular mi malestar de tratar con ellos.

—¡Slayer si no mueves tu culo, Eros te hará pasar más tiempos con los humanos!

Me pongo el uniforme negro que utilizo aquí, una playera, el chaleco anti tanner que tiene las letras pintadas de blanco, pantalón y bototos negros y me cuelgo el arma en la espalda. Salgo de mi departamento encontrándome con Igor que me está mirando con diversión.

—¿Por qué tenemos que escoltarlos como si fueran importantes? —gruño entre dientes, mientras salimos del edificio para subirnos al jeep.

—No todos son malos Slayer... ¿recuerdas a la humana Ana? —Cuestiona con nostalgia—. Ella era una humana frágil y bonita, pero también fue dañada por su misma raza. Los humanos son crueles, pero no todos... solo piensa en todas las humanas que la Diosa luna ha elegido como pareja de vida para los nuestros. Ellas dan la vida por nosotros.  

Una mueca en mi rostro y un disgusto se presiona en mi pecho. He visto como ellos son felices con sus diminutas humanas, sin embargo, en mi corazón no existe nada más que odio, y ni siquiera la Diosa Luna me hará cambiar de opinión.

—Nunca reclamaría a una humana como mi mate —confieso—, son demasiado pequeñas y frágiles, además de que me recordarían constantemente a las torturas que fui sometido... Jamás podría estar con una de ellas.

—Iris está interesada en ti, deberías tener solo sexo casual, a ella le gusta duro y soportaría lo rudo que eres.

Niego con la cabeza, recordando otro problema que tengo. 

Mi instinto es diferente a los licántropos normales si se les puede llamar así, ellos tienen un instinto protector que a mí me falta, ya que constantemente solo pienso en dañar y destruir.

No recuerdo haber tenido sexo nunca, porque todas las veces que los humanos intentaron que me acoplara con distintas hembras, tanto de mi especie como de la suya, me drogaban para que las montara, pero cuando recuperaba la conciencia ya estaban muertas con el cuello roto.

Solo recuerdo que mis manos siempre estaban manchadas de sangre porque las despedazaba. Por eso y más es que no soy bueno, solo fui creado para asesinar, un arma mortal destructiva y dañina.

Gruño recordando a todo lo que fui sometido, incluso matando a mis propios compañeros.

Seguimos por los caminos del bosque hasta llegar a la entrada principal en la cual grandes portones se divisan por precaución.

A lo lejos diviso una pequeña humana que está escribiendo algo en su celular.

—Ella debe ser —dice Igor estacionándose—. Es la nueva doctora y se llama Agatha Müller.

Cuando nos bajamos una sensación extraña recorre mis músculos, una sensación conocida que se esconde en el rincón de mi mente, a mi nariz llega un olor tan dulce que hace que mis sentidos se despierten, me recuerda a una mezcla de vainilla, fresa y canela.

Trago duro y apretó mis manos para mantener mis instintos salvajes en el límite.

Voy detrás de Igor, pero cada vez que nos acercamos el olor es más intenso, salivo y gruño bajito sin poder controlarme.

—¡Hola soy Igor! —se presenta mi compañero y luego se dirige a mí—. Y él es Slayer, estaremos encargados de mostrarte el lugar, para luego llevarte con Eros y el consejo real para la reunión agendada que tienes.

Sus labios gruesos se curvan en una hermosa sonrisa, que me hacen detallar cada parte de su rostro.

Su nariz pequeña y respingada adorna su anatomía de forma perfecta al igual que sus ojos color marrón claro que brillan e hipnotizan a través de esas largas pestañas oscuras que le dan aspecto sexy. La boca se me seca, al notar como me pone de inquieto.

—Un gusto conocerlos a ambos, soy Agatha Müller —dice su nombre con una voz casi celestial y sus labios rojos se mueven de forma tan provocativa, que siento un tirón en mi polla.

Igor le tiende la mano, ella también se la estrecha, pero hace algo más que nos paraliza a ambos. Le da un beso en la mejilla y luego se dirige a mí para copiar la misma acción.

Me quedo estático cuando se pone de puntillas, aun con tacones altos es pequeña, y una de sus manos viaja a un lado de mi rostro y en el otro lado impacta sus labios carnosos sobre mi piel, su toque suave y delicado electrifica todo mi ser. Ronroneo por lo dulce que es y se ve tan frágil que solo quiero cuidarla y mantenerla conmigo.

«¿Pero qué carajo me sucede?»

Sacudo la cabeza por el trance que me ha provocado. 

Ella se ríe y sé que se está burlando de mi sonido. Solo nos quiere engañar con su actitud de ángel que trae y muestra. La cólera se apodera de mí al recordar que es humana y que todos traicionan.

—¿Te estas riendo? —gruño mostrándole mis colmillos largos.

—Sí —confiesa la humana, que me hace odiarla más—. Es que me pareces muy tierno.

Igor se ríe también.

Pero a mí me ha parecido una ofensa grave. Le gruño más fuerte y me acerco a ella tratando de amedrentarla, pero me sorprendo que no dé un paso hacia atrás, sino que se mantiene en su lugar mirándome directo a los ojos, aquellos que no he podido dejar de contemplar.

—¿Podría romperte el cuello si quisiera? —la amenazo para asustarla y huelo si he logrado mi cometido, pero nada, sino que percibo un pequeño olor a excitación.

Las ganas de lamer su cuello me están volviendo loco y el hecho de que no demuestre miedo me enfurece.

—¡Slayer! —interviene Igor—. Ella trabaja para nosotros ¡Ni se te ocurra hacerle daño!

Su vestido blanco se apega a su piel y su cabellera marrón es tan brillosa, lacia y sedosa que le cae hasta sus caderas como si fuera una ninfa en el bosque, me dan ganas de pasar mis dedos y frotarme contra ella. Frotarme contra su piel bronceada que se nota tersa y apetecible.

Mi respiración se agita y mi instinto me controla.

—Esa amenaza no funciona conmigo —dice desafiante cruzándose de brazos—, porque no te tengo miedo, Slayer.

Mi nombre en su boca suena tan excitante y con la seguridad que lo menciona me hace querer montarla en este mismo instante. Y esa provocación de su parte es suficiente para lanzarme a por ella.

La inmovilizo situándome detrás de Agatha, pego mi torso en su espalda y elimino todo el espacio que nos separa, le sostengo las muñecas con una de mis manos mientras la apretó más a mi cuerpo y con mi otra mano hundo mis dedos en su cabello, empuñando un mechón y ladeando su cabeza para tener acceso a su piel. 

«Es mejor de lo que imagine»

Y pasó mi nariz por su cuello, puedo percibir como sus vellos imperceptibles se erizan y un temblor la aprisiona. Su olor me está volviendo un adicto y mis sentidos se agudizan tanto que puedo escuchar como su corazón bombea a la velocidad de la luz.

— ¿Y ahora insignificante humana? ¿Tienes miedo? —ronroneo en su oído.

—Slayer ya te dije que no me das miedo —enuncia tranquila con esa seguridad que solo quiero derribar.

Mordisqueo su cuello y pasó mi lengua con lentitud, es delicioso y más cuando ella suelta un leve jadeo que trata de ocultar juntando sus labios, pero su olor la delata, es tan fuerte y excitante, que huelo a kilómetros sus ganas. Se remueve inquieta y mi miembro se levanta clavándose en su espalda.

Traga saliva y su respiración se descontrola, quedándose paralizada.

—¡Ya nadie puede burlarse de mí! —gruño sintiendo como la sangre me hierve en cada fibra de mi cuerpo. 

—No me estoy burlando de ti, solo te di un cumplido porque me pareciste lindo —habla aterciopeladamente la humana, que me dan ganas de acariciarla hasta el último rincón de su piel. 

Sin embargo, algo cambia en mí, al ver que no es como yo, sino que es como los que me dañaron.

—¡Yo no soy tierno ni lindo, eso son características de las mujeres, yo soy fuerte que podría acabar contigo! —exclamo furioso, al ver cómo me lía la cabeza con sus insinuaciones.

Mi instinto me acecha y peleo por no darle cabida, pero gana esta batalla, que termino clavándole los colmillos no tan profundos en su garganta de la ira que se apodera de mí, rompo su piel bronceada y puedo saborear su sangre en mi boca, es agradable y empalagosa, que me recuerda a ese alguien de mis sueños.

Suelta un chillido bonito y hace una mueca de dolor.

—¡Eros te pateara el culo, suelta a la humana ahora! —Brama Igor inquieto apuntándome, al ver el daño que le estoy haciendo—. No me hagas dispararte dardos tranquilizantes.

Ignoro la amenaza mientras lamo su herida saboreando su dulzor, tomándome mi tiempo hasta soltarla de mala gana, que la humana frunce el ceño mirándome mal. Una de sus manos viaja a la mordida que le he ocasionado, deteniendo la sangre que sigue escurriéndose por su cuello.

—¡Mantente lejos de mi insignificante humana! —la encaro.

—¡Eso díselo a tu instinto salvaje, bruto! —contesta subiendo el tono de voz, que sigue siendo música para mis oídos y alzando su rostro demostrándome que no me teme.

Gruño más fuerte tratando de eliminar esas ganas de querer poseerla y de hacerla mía de una vez por toda, pero fallo porque no se me quitan.

«¡Maldita humana!»

Avanzo y ella vuelve a levantar su mentón en posición de reto, pero antes de volver a tocarla, aparece Darío y Jano a detenerme.

—¡Igor llévatela de aquí! —ordena Darío, mientras me remuevo airoso para soltarme del agarre de ellos.

Igor la sostiene de la cintura y tengo el impulso de querer arrancarle su cabeza por atreverse a tocarla. Mis venas sobresalen y la trasformación es inminente, iré detrás de ella como un cazador, que respiro hondo para detenerla.

El rubio le abre la puerta del copiloto y ella sube enojada. Su mirada turbia y oscura no se ha apartado ningún momento de la mía, creando un desafío del cual solo nosotros somos participes, hasta que el jeep emprende su marcha, perdiéndose en el camino de cemento.

—Tranquilo Slayer, solo es una humana débil —menciona Jano palmoteándome la espalda.

—¿Débil? —Cuestiona Darío divertido—. Esa humana tiene más valentía que mucho de los nuestros o no tiene el gen de supervivencia activado, que mira a quien se le ocurrió enfrentarse.

—Me inclino por lo segundo —apoya Jano.

Ambos ser ríen y yo me suelto sintiéndome humillado y derrotado por una simple humana insignificante. Los dejo atrás apresurándome a la oficina de Eros, la quiero fuera de aquí y lejos de mí.

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