—¿Mamá, nos darías un minuto?
—Claro, iré por algo de beber.
—¿Puedo?
—¡Por supuesto! —mi padre parecía asombrado. Me mordí el labio y miré al suelo.
—He visto, en tu despacho.
—Vaya… y ¿por qué lo has hecho?
—Aparentemente… había muchas cosas que necesitaba saber. ¿Cómo es que tienes mis fotos?
—Bueno, me encanta tu trabajo y sigo tu blog desde el comienzo. Siempre veo las fotos de las exhibiciones y contraté a alguien para que las comprara por mí. Sabía que no me las venderías de otro modo —hablaba despacio y tranquilo. Su voz no dejaba de tener un dejo de tristeza.
—Probablemente lleves razón… —dije cautelosamente.
—Mira Alex —dijo, más resoluto—, luego de que te visitara