Nunca me imaginé viendo a mi madre besando a otro hombre que no fuera mi padre, no es que no lo aceptara, más bien tenía que ver con el hecho de que no me comentara nada, toda mi vida, o la mayor parte de ella, la había visto enamorada de mi padre, y resultaba un poco incómodo ver al oficial Wilsonk besando a mi madre, mientras ella sostenía un enorme ramo de rosas, no podía quejarme tanto, yo hacía lo mismo con Bastian, un chico al que apenas conocía.

—¡Madre! —digo sin pensarlo dos veces.

Mi madre, al escuchar mi voz, salió de su atmósfera romántica volteando hacia mí, su rostro era alegre y el oficial Wilsonk se veía apenado.

—Hola chicos