Sin embargo, se presentó aquí sin intención de unirse ni de sabotear nada.
Miró a Rebeca y le dijo en un tono familiar: —¿Vas a cenar con el señor Saucedo?
Rebeca: —Sí.
—Y vuelves luego, ¿no?
—Claro.
Le quedaban algunas cosas pendientes y tenía que volver para ocuparse de ellas.
Romeo asintió: —Vale, nos vemos luego.
Y sin decir más, se dio la vuelta para marcharse después de mirar a Hugo.
Hugo sabía que en realidad Romeo le estaba provocando.
Pues a Hugo le costaba mucho poder cenar con Rebeca, mientras que Romeo sabía muchas cosas sobre Rebeca, y tenía más que suficientes oportunidades para pasar tiempo con ella, y no era ni necesario jugar sucio para sabotear al otro.
A Hugo no le molestaban ni le angustiaban las provocaciones de Romeo.
Por ahora, ya fuera él o Romeo, Rebeca en realidad no sentía nada por ninguno.
Así que, estaban anivelados, no estaban para reírse del otro.
De hecho, si hubiera que elegir, preferiría que Rebeca sintiera algo hacia él o hacia Romeo, aunque no fuera