En la casa de los Estrella.
Lo del diamante, Rebeca ya lo había hablado con Úrsula antes de ir a la subasta.
Mirando que el diamante emitía una luz brillante y que Rebeca se había gastado un dineral en él, al cabo de un rato, Úrsula habló: —A tu madre le gustaban los diamantes, pero si los diamantes son realmente efectivos, pueden hacer que se vuelva sobria, o pueden hacer que caiga en un nivel más profundo de... locura. Así que... guarda el diamante por ahora, pues es mejor esperar un tiempo y ver cómo va para decidir si dársela o no.
Rebeca había pensado en eso.
Estaba de acuerdo con la idea de la anciana.
Solo que los diamantes raros eran difíciles de conseguir, y si perdía esta oportunidad, no sabía cuánto tiempo más tendría que esperar, además ahora mismo no le faltaba dinero, así que aunque no pudiera usarlo de momento, lo compró.
Ella contestó: —Bien.
No fue al hospital a ver a Esperanza en los últimos dos días.
A la mañana siguiente, fue al hospital.
Llegó bastante temprano, si