En ese momento, sonaron unos pasos al otro lado de la puerta.
Logan había vuelto.
—¡Papá!
—Hmm. —Logan entró y se dirigió hacia la cama.
Al ver esto, Rebeca intentó bajar a Carolina para hacer sitio a Logan, pero Carolina se negaba, se apoyó en sus brazos y tendió la mano hacia Logan.
Logan se inclinó y levantó a Carolina.
Cuando abrazó a Carolina, se inclinó lo suficiente como para que Rebeca pudiera oler el aroma familiar de su perfume masculino.
Solo que, además de ese olor familiar, había también un ligero perfume femenino que le penetró en la nariz al mismo tiempo.
Había olido este perfume en Natalia en la cena de hoy.
Rebeca apartó la cara y se levantó para poner distancia entre ella y Logan hasta que no pudo percibir los olores.
La mano de Logan, que llevaba un fino reloj, se posó suavemente sobre la pálida frente de Carolina antes de mirar a Rebeca: —¿Qué temperatura tiene? ¿Ha bajado ya un poco?
Rebeca tuvo que repetir lo que había dicho el médico: —Ha pasado de fiebre alta a