Después de trabajar más de un día y una noche, Rebeca anotó lo que era necesario y se lo envió a Cristian antes de bajar a desayunar.
A Cristian le temblaron las manos de la emoción tras leer la información que le había enviado: —¡Esto es maravilloso, increíble, espectacular!
Rebeca se frotó la frente dolorida y dijo: —Voy a dormir un poco y luego hablamos.
—Bien.
Rebeca durmió hasta pasadas las cinco de la tarde.
Cuando se despertó, vio a Carolina jugando a un Sudoku en la alfombra de su habitación.
Al verla despierta, Carolina se levantó y le dijo: —¿Estás despierta, mamá?
Rebeca: —Sí.
—¿Tienes sed? ¿Quieres agua?
Rebeca se quedó pensando un segundo: —Sí, por favor.
Carolina le sirvió un vaso de agua antes de volver a jugar con lo suyo.
Rebeca miró su pequeña figura y supo que la había descuidado un poco en los dos últimos días, ya que había estado ocupada con el trabajo.
Pero hoy era el último día de vacaciones.
Mañana tendría que volver a Tylerty a trabajar, y tendría aún menos tie