A continuación, empezó a centrarse más en el lado de Rebeca.
Al ver cómo Rebeca resolvía el aprieto que Logan le había creado de una forma que no esperaba, se quedó atónita.
Su corazón se hundió aún más al oír los vítores del señor Serrano.
Rebeca estaba atenta y no prestaba atención a nada más; lo único que tenía en la cabeza era el partido que tenía delante.
La situación era estable para ella por el momento, pero sabía que para ganar...
Hizo una pausa y miró a Logan.
Logan movió su pieza.
Rebeca dejó de mover la mano.
El señor Smith vio esto y sonrió: —Qué gran partida. No esperaba ver una partida de ajedrez tan maravillosa en este lugar, y una partida así jugada por dos jóvenes, nada mal, nada mal.
El señor Serrano, disgustado por su ruido que interrumpió sus propios pensamientos, gritó: —¡Cállate!
El señor Smith se quedó sin palabras.
Pasaron varios minutos hasta que Rebeca consiguió ganar una pieza, inclinando ligeramente la situación a su favor.
Dos minutos después, Logan respond