A Rebeca ni siquiera la miró a los ojos.
Evidentemente, no era a ella a quien pedía disculpas.
Harry, cuya atención no había estado en Rebeca, naturalmente no se preocupó por esos detalles, y dijo: —Solo son unos minutos, no pasa nada.
—Señor Ramírez, qué generoso. —Cristian se levantó, y, en tono frío, dijo—: Ya que ha bajado, no sigamos perdiendo el tiempo, apresurémonos a empezar.
Logan dijo cortésmente: —Fue culpa nuestra, señor Figueras, adelante.
Cristian gruñó, tiró de Rebeca y la sacó de la sala de conferencias.
Logan vio a Cristian tirando íntimamente de Rebeca, pero enseguida desvió la mirada, aparentemente sin importarle.
Hugo, sin embargo, les dedicó más atención.
Del grupo, Logan y Natalia eran el centro.
Al llegar al lugar de pruebas, el personal informó respetuosamente: —Señor Lafuente, señorita Mena, estamos listos.
Esa actitud era de tratar a Natalia como esposa del jefe.
Logan: —Empecemos.
—Sí.
Podían ver claramente la conducción en el monitor.
Tras una exitosa ronda