Carolina le rodeó el cuello con los brazos y enterró su carita en él para escapar del frío.
La ropa de Rebeca era suave y cálida, y disfrutó frotándole el cuello en su abrazo.
Logan en realidad era muy puntual.
Rebeca llevó a Carolina al aparcamiento justo cuando llegó el carro de Logan.
Al verlos, el carro se detuvo a los pies de Rebeca.
Cuando llegó su papá, Carolina no se bajó de los brazos de Rebeca, sino que le hizo pucheros a Logan, que estaba sentado en el carro con las ventanillas bajadas: —Papá, llévame dentro.
Logan no dijo nada, salió del carro y se acercó para cargar con Carolina.
La niña movió alegremente sus piernecitas en brazos de Logan.
Cuando Logan se acercó, Rebeca volvió a oler la fragancia que pertenecía a Natalia.
El perfume no había estado allí antes cuando se había sentado a su lado.
Así que, se fue a la casa de los Rojas cuando se despidió.
Logan la miró y le dijo: —Hace frío y viento por la noche, entra.
Rebeca dio un paso atrás y dijo: —Vale.
Carolina dijo co