Llegué el auto con el corazón apretado, estaba triste, pero aliviada. Jessica se había redimido ante mis ojos, primero al darme cuenta de su permanente protección en mi niñez y adolescencia y ahora al comprobar que, por traerme al mundo, se había enfrentado sola a la vida, rechazada por los suyos y por su gran amor.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó Jerry, quien presenció en silencio el intercambio.
- Estoy un poco dolida, pero bien.
- ¿Te diste cuenta de que, al parecer, tienes una hermana?
No había deparado en ello. Recordé a la morena que no parecía ser la misma criatura de la foto. Mientras estaba enfrascada en la conversación con Anthony, recordé que me había impresionado su apariencia. Tenía rasgos parecidos a los míos y me conmovió el hecho de tener a alguien para compartir, además de la sangre, gustos, vivencias y experiencias de vida. Era hermoso tener esa complicidad con una persona que sea fiel en sus acciones y que te demuestre que el lazo de hermandad es fuerte y esp