— Escrava sexual? É isso que você pensou? — Para o que mais teria me arrastado até aqui? — falei, minha voz tremula. Ele respirou fundo e me encarou, da ponta dos pés até o alto da minha cabeça com uma expressão avaliadora que me fez me encolher. — Não se tenha em tão alta estima, fêmea, você não preenche os requisitos para uma escrava sexual minha. — Há! E quais seriam eles? Ele novamente me olhou com aquela expressão presunçosa e avaliadora, mas dessa vez eu estufei o peito e ele pareceu notar, mesmo que por um segundo. — O primeiro deles é ser bonita. — O que? Você acabou de me chamar de feia? — Isso é importante? — Mas é claro, primeiro, porque você está errado! Eu não sou feia e preencho todos os requisitos para uma escrava sexual! — Pela deusa o que eu estava dizendo? Marius me olhou parecendo visivelmente confuso, até que perguntou: — Por que parece que está se candidatando? Jane é uma loba órfã e rejeitada, que sonha em receber seu lobo e ir embora do orfanato. Em uma noite, quando vai para uma festa com sua amiga, Jane se vê em perigo ao perceber que não havia festa, apenas três lobos que tinham as piores intenções com ela. Tudo muda quando o terrível e cruel, lobo Marius, acusado de massacrar sua própria alcateia no passado, a salva. Ou melhor, a sequestra. Marius deixa claro que Jane será sua prisioneira durante um ano, até receber seu lobo e poder dar a ele o que ele deseja. Mas como Jane pode confiar em um assassino? E o que fazer com a atração selvagem que ambos sentem, se estão presos um com o outro em uma cabana isolada?
Ler mais¡No quería esperar un segundo más!
Me escapé de la reunión de trabajo y me hice la tan esperada prueba de embarazo.
Mientras apretaba el pequeño plástico en mis dedos, sentía que el corazón se me salía, y cuando aparecieron las dos pequeñas líneas indicando que, en efecto, estaba embarazada, sentí que mi mundo comenzaba a desvanecerse.
¡Estaba embarazada de mi jefe!
Un hombre con el que había sostenido por dos años una relación fortuita y a escondidas.
Ni siquiera había terminado de analizar mi situación cuando el teléfono en mi bolsillo sonó.
No tuve que ver para saber que era Alexander, mi jefe, quien me solicitaba.
Así que me puse la prueba de embarazo en el bolsillo y regresé nuevamente a la mesa.
El cliente, gordo, de mejillas rojas y frente sudada, ya estaba un poco ebrio.
Cuando me senté, extendió la copa de vino hacia mí.
—Bebe —me dijo, arrastrando las palabras—. Bebe, y entonces firmaremos este negocio.
—Lo siento, yo no quiero beber. Creo que con agua...
—¡Bebe ahora! —insistió.
Volteé a mirar hacia Alexander.
Sus verdes ojos clavados en los míos me hicieron entender lo que tenía que hacer.
Con manos temblorosas, extendí la mano hacia el hombre para recibir la copa de vino.
Le di un pequeño sorbo, y el sabor amargo del tinto me quemó la garganta.
Y entonces llegaron las arcadas. El estómago se me revolvió.
—Es muy hermosa tu asistente, Alexander —dijo el hombre gordo, extendiendo la mano hacia mí y agarrándola por sobre la mesa.
Aparté la mirada, avergonzada. Luego, los ojos de mi jefe se clavaron en la mano del hombre gordo sobre la mía.
Sí, a él nunca le gustaba que tocaran sus cosas y yo no pude sostener sus ojos verdes un segundo más.
Cuando sentí el vómito subir por mi garganta, me puse de pie y salí corriendo hacia el baño sin siquiera dar una explicación, derramando la copa de vino.
Apenas llegué al retrete, vomité el vino y parte de la cena.
Cuando tenía el estómago vacío, las lágrimas comenzaron a quemarme los ojos.
Saqué la prueba de embarazo del bolso y miré el rojo cegador que indicaban dos líneas, no sabía qué decirle a mi jefe.
¿Se alegraría?
Sacudí la cabeza, riéndome de mis propias fantasías ridículas.
No supe cuánto tiempo había pasado así, arrodillada frente al retrete, tal vez veinte minutos, tal vez media hora.
Cuando sonó la voz llena de autoridad, escondí apresuradamente lo que tenía en la mano.
Estaba ahí cuando la puerta se abrió lentamente.
Alexander me observó desde arriba con frialdad.
—Lo siento —le dije—. Ya voy a regresar.
No podía arruinar esa cita; era muy importante para la naviera y para mi jefe. Pero no quería hacerlo.
No quería regresar allí. Mi mundo se caía a pedazos. Así que levanté la mirada suplicante hacia él
—Alexander, por favor...
Su expresión se apretó en una mueca de rabia y confusión.
—¿Qué te está pasando hoy, Ana Laura? —preguntó.
Yo aparté la mirada. Con una mueca de cansancio.
No oí las siguientes palabras de mi jefe, lo único que sentí fue un olor familiar a tabaco envolviéndome.
Era su calor corporal, y mi cuerpo tembló involuntariamente.
Inmediatamente después, sentí que me elevaba en el aire.
El violento latido del corazón del hombre estaba justo en mi oído.
— Una Última vez...
—Pero el Sr. Wooker… no podemos dejarlo…
—Eso no es tu asunto — me regañó.
Salimos del baño, y Alexander me cubrió la cabeza con el abrigo, con su mano en mi espalda.
Antes de salir del restaurante, Alexander encargó a los otros empleados que concretaran el negocio que ya estaba prácticamente hecho.
Subimos a su auto mientras yo sentía que el estómago seguía dándome vueltas.
—Gracias por llevarme a mi casa —le dije con la voz hecha un susurro.
Pero Alexander ladeó la cabeza.
—No vamos a tu casa, Ana Laura. Vamos a la mía.
Al escuchar aquello, me quedé en silencio.
No era la primera vez que iba a la casa de Alexander; iba con tanta frecuencia que era casi mi segundo hogar. Pero estar a solas con él me llenaba de nerviosismo.
¿Sería capaz de decírselo? ¿Sería capaz de enfrentar la situación?
Probablemente él me culparía a mí. Probablemente yo tenía la culpa.
Cuando entré a la casa de mi jefe clavé mis ojos en los enormes ventanales al final del pasillo, pero no logré ver nada al otro lado, nada más allá, como mi incierto futuro.
Sin decir una sola palabra, subí a la habitación y me di una ducha rápida con agua tibia.
Cuando salí envuelta en la bata, me sentí un poco mejor, pero no más tranquila.
Alexander estaba trabajando frente al ordenador, despegó los ojos cuando me vio llegar y me lanzó una mirada fría.
—Ven.
La voz grave carecía de toda emoción.
Temí que estuviera enfadado y me apresuré a acercarme, aún no me había parado y me estrechó entre sus brazos.
Me senté en sus piernas y mi cabello húmedo casi cubriendo mi rostro, mi vergüenza.
—¿Por qué me trajiste aquí? —le pregunté—. Dijiste que no nos volveríamos a ver en tu casa porque los vecinos podrían sospechar.
—Eres mi asistente —respondió él con firmeza—. Incluso sería raro que no vinieras a mi casa de vez en cuando.
Inmediatamente seguido de un beso avasallador que apenas me dejó recuperar el aliento.
Alexander llevaba varios días sin tocarme, y eso me había parecido extraño, pero esa noche noté algo diferente en él.
Me miró con una mezcla de emociones que no pude identificar. Sentía aquella acción como una despedida.
Entonces, estiró los dedos y acarició mi cabello, jugueteando con él y poniéndolo tras mi oreja.
—Necesito saber cómo vas a pagarme por haberte salvado de nuestro cliente hoy —dijo, apoyando su mano en mi pierna con delicadeza y comenzando a subirla, acariciando mi piel. Sentí un escalofrío en la columna —Yo sé exactamente cómo vas a pagarme —dijo, acercándose a mí. Su cálido aliento golpeando mi oreja me hizo estremecer, y la noche se hizo vieja en sus brazos.
Al día siguiente, me desperté cansada y somnolienta, vi que mi jefe seguía allí. Sorprendentemente, ¿esta vez no se fue? a veces despertaba sola en la enorme alcoba.
Dudé largo rato a punto de hablar, no sabía qué decir, cuando oí la voz helada de él.
—Ya no necesitas venir, esto se acabó.
Sintiendo el dolor punzante en mi corazón, pregunté con cautela, la voz me tembló.
—¿Qué significa eso?
Olá minhas leitoras lindas. Eu amei escrever esse livro e amei ler seus comentários e sua paixão pela primeira parte do livro. É tão incrivel saber que minhas palavras e minha imaginação agradam vocês. Eu não me canso de dizer o quanto tenho sorte de ter leitoras tão incriveis como vocês, gentis, apaixonadas! Que sorte. Eu quero agradecer aos meus três filhos que são bençãos na minha vida e me ajudam a continuar e a lutar todos os dias. Amo vocês, Nick, Elias e Isaías, Deus foi bondoso comigo ao me dar vocês que tornaram a minha vida melhor. Trouxeram cor e alegria. Agradeço a minha melhor amiga e irmã, Ingrid, sua sagacidade e inteligencia me ajudaram a planejar vários eventos dessa história e sou tão grata por ter alguém tão única na minha vida. Sei que jamais conhecerei alguém como você. Você é brilhante como uma estrela, bonita por dentro e por fora e ter te conhecido foi uma das maiores sortes da minha vida. Eu amo você irmã! Volume dois já disponível em meu perfil. Título:
JANE O amanhecer já havia chegado há horas, eu ainda estava suja de lama e tremendo. Demétrius havia colocado um cobertor ao meu redor e eu ainda olhava para a beira do rio. Vários machos estavam vasculhando em busca de Marius, em busca do seu “corpo” como eu havia ouvido eles sussurrarem. Eu sentia seus olhares de soslaio sobre mim, sussurrando sobre mim e sobre o que eu era do príncipe. Meus olhos estavam vermelhos e pesados, mas eu não sentia a menor vontade de dormir. Ele não poderia estar morto, não havia corpo. Demetrius se aproximou lentamente e eu não precisei olhar para trás para saber que era ele. Seu toque em meu ombro foi suave, gentil. — Já faz horas que está aqui em pé na margem. Você teve uma transformação difícil, deixe-me levá-la de volta a mansão. — pediu ele pela milésima vez em um tom gentil. Não desviei o olhar da margem, esperando que em algum momento Marius surgisse nadando para me encontrar. Quando pensei nisso, vi Selene se encolher em minha mente. Bala
Apenas mais alguns passos. Apenas mais alguns passos para que eu perdesse tudo. Selene não me ouvia mais, ela apenas via as lembranças de Marius e o momento que fui salva por Demétrius, as duas imagens do rosto dos machos flutuando em minha mente.Enquanto a loba pensava nos dois.Enquanto sentia o laço de companheiros forte a puxando e os sentimentos que eu nutria por Marius reverberando em seu coração e mente.Eu sentia sua dor, sentia a dor a enlouquecendo, a levando ao mais profundo desespero.E então, finalmente chegamos à beira do penhasco. Eu queria fechar os olhos, queria olhar para trás, olhar uma última vez para Marius, para o meu Marius.Queria poder dizer a ele de alguma forma que nada daquilo era culpa dele, mas Selene estava forte demais para que eu pudesse dominá-la, suas lembranças estavam cegando nós duas.A loba avançou, querendo mergulhar para o rio que corria abaixo e que certamente nos mataria na queda. Tudo aconteceu em um segundo.De repente eu estava no ar, pro
JANEEu via a floresta ao meu redor, a lua alta no céu e o vento batendo contra o meu rosto. Sentia a terra sob as minhas patas, a força muito maior do que qualquer coisa já senti fisicamente.Meu coração batendo mais rápido, meu sangue correndo em minhas veias, os aromas da floresta e a confusão em minha mente.Selene estava entrando em colapso ao sentir não só a ligação de companheiros, mas a ligação que eu compartilhava com Marius. Seu coração estava sangrando, nosso coração estava despedaçado com a escolha que ela sabia que eu queria fazer.Eu queria rejeitar o príncipe. Eu sentia o laço de companheiros agora, sentia a necessidade de estar perto dele, de dar filhotes a ele.De ser sua companheira, havia algo ali que me puxava para ele como um ima.Como uma onda, que por mais que eu nadasse, ela me levava de volta.Selene estava sentindo isso também, essa energia caótica, como se eu não tivesse escolha. E por um momento, antes de Marius aparecer, comecei a acreditar que talvez não c
MARIUSMinhas mãos estavam tremendo dentro do carro.Eu sabia que faltava apenas horas para a transformação de Jane e Gaius estava desperto demais, seus pensamentos tão fortes e desesperados que estavam colidindo com os meus.Meu coração ansiava por Jane, ansiava por seu toque mais uma vez, por seus olhos amendoados me olhando como se eu fosse o único em sua vida. Sua voz que não podia ser comparada a nenhum outro som na terra, que me fazia querer ir até ela, fazer qualquer coisa por ela.Como eu havia ficado assim tão profundamente ligado a Jane? Qual foi o momento que ela se tornou o centro do meu mundo?Respirei fundo, a chuva havia cessado, apenas os sons dos carros na pista e os faróis acesos ao meu redor.Tristan havia fugido atrás de Meg e eu não conseguia parar de pensar que mesmo lobos negros não sentindo o laço de companheiros, não significa que não havia um laço.Aquele macho, que era meu irmão, estava sendo totalmente arruinado por dentro, eu havia visto os olhos desespera
JANE Faltava apenas algumas horas para o meu aniversário, a lua já subia alta no céu, a chuva havia cessado e todo o meu corpo estava tremulo.Minhas mãos estavam suando, enquanto o meu coração batia descompassado.Eles haviam me trazido para uma sala especial.Havia uma cama, paredes brancas e lisas. E duas portas, uma pelo qual eu entrei, e outra que a empregada havia me dito que levava ao bosque da propriedade.Respirei fundo enquanto olhava para a janela que dava acesso a uma visão ampla do bosque.Havia tanto verde, um verde profundo e misterioso e enquanto meus pensamentos pensavam que faltava poucos minutos para que eu me transformasse, meu coração clamou por Marius.Ele devia estar aqui, ao meu lado. Aquela casa, Eldrynhouse não era o meu lugar. Meu lugar era nos braços de Marius.Senti minhas bochechas molhadas com as lagrimas descendo sem controle, minha mente estava rodando mil pensamentos e todos eles envolviam Marius.Sentia o meu coração se apertar cada vez mais, pens
Último capítulo