-Que sorpresas que trae el torneo ¿No?
El corazón de Damian comenzó a latir rápidamente, su frente sudaba y ni siquiera tenía el valor de girar su rostro para mirarlo. Él sabía perfectamente de quién se trataba, al igual que Chris, quién se quedó totalmente estática.
-Acompáñenme los dos -murmura antes de abrazarlos más para comenzar a caminar con ambos hacia atrás de la gente.
Damian maldecía en voz baja, él sabía que tendría que haberle dicho a su padre y no que se enterara de esa manera. Estaba al tanto de que la protegía mucho y aunque lo conociera de toda la vida, Chris seguía siendo su pequeña. Edgar le dio un dura palmada al chico antes de sacar sus brazos y girar sobre ambos para mirarlos de frente, con los brazos cruzados y una ceja levantada.
-¿En serio Damián? -dice mirándolo a él
-Lo siento, yo... nosotros... queríamos decirle.
-Querer, querer... -dice una sonrisa-. ¿Cuándo?
-En realidad...
-Bueno, papá. Tampoco