Laura subió en silencio al automóvil y por mucho que trataba de hablar no podía. Era un una fuerza invisible que la obligaba a hacer solamente lo que Jacob le había ordenado.
— «¿Qué puedo hacer?»— pensó la joven agobiada.
— “Lucha”— le respondió una voz fémina en su mente.
— «Lo que me faltaba»— se reprendió la joven — «ahora estoy loca».
— “Laura no estás loca, yo soy parte de ti”— le dijo aquella dulce voz y muy segura dentro de ella.
Laura dirigió una mirada a su amiga y la escucho cuando llamaba por teléfono y pedía ayuda. El problema era que Adele podía llamar a quien quisiera, pero ella estaba sujeta a ese extraño poder que solo la obligaba hacer lo que Jacob le ordenaba. Era como si esa fuerza s