Dustin manejaba de regreso a la casa con la ansiedad de que Amber hubiera encontrado el móvil. Se lo pediría y llamaría en la noche a su hermano para tranquilizarlos, rogaba que ellos no hubiesen llamado a la policía, aunque a la vez lo dudaba. El auto se encontraba llenó del bullicio de los pequeños que no paraban de hacerles pregunta a Leila para conocerla mejor, la chica se sentía distendida y el joven agradeció aquello para que no tuviera la guardia en alta y él pudiera persuadir mejor las decisiones que ella quería tomar.
Llegaron a la casa y los niños no esperaron a que alguno de los adultos del auto los bajaran, se quitaron el cinturón y abrieron la puerta del lado de la acera por donde ambos bajaron, para luego correr hasta la puerta de entrada donde quedaron esperando que alguien abriera.