Capítulo 8.
Finalmente había perdido de su vista a ese hombre que la alteraba tanto, a pesar de no querer hacer hacerlo.
Luciana se acercó a una gran mesa que estaba decorada con unas pequeñas flores haciendo alusión a la vida misma.
En el lugar de honor de la mesa se , una mujer imponente elegante y sobre todo, poderosa.
— Buenos días —saludó Luciana a los presentes.
Aunque su mirada se dirigió específicamente a Victoria, no obtuvo respuesta alguna, al contrario solo una fría actitud de su parte.
— Buenos días Miranda —respondió Mauricio tratando de dar seguimiento al inicio de una conversación. — Luces hermosa.
Luciana sonrió atenta a su cumplido pero en ese momento, Victoria levantó la vista de su plato y barrió a Luciana de pies a cabeza.
El silencio en el lugar era tan incómodo, que Luciana no sabía qué debía hacer después pero comenzó a acomodar cada parte que podía de su vestido haciendo tiempo.
— Siéntate a mi lado— la invito Mauricio de manera amable.
Luciana se acercó con una sonrisa