[¿SIDA? ¡¿Estás bien ahora?!]
[Tranquila, ya estoy en tratamiento. Lo que pasó, pasó, no hay remedio, uno tiene que seguir viviendo. Por suerte ya había tenido a mi hijo, si no, realmente no habría querido seguir viviendo.]
[Profesora, ¿podrías darnos más detalles sobre este hombre? Así podríamos analizarlo mejor.]
[Ir al hospital a medianoche es obviamente para evitar miradas, ¡seguro tiene alguna enfermedad vergonzosa!]
[Estoy de acuerdo con el comentario anterior. La enfermedad secreta de los hombres solo puede ser una, ¡obviamente no querrían que todo el mundo lo supiera!]
[¿No podría ser simplemente que se enfermó de repente y tuvo que ir al hospital? Algunas mujeres tienen demasiada malicia.]
[Esperando que la profesora haga un directo para enterarnos de todo... Ya que no puedes dormir, ¿por qué no haces uno ahora?]
[...]
Ana, por supuesto, no iba a hacer un directo.
Una cosa era no poder dormir y otra muy distinta era ponerse a trabajar. Eso solo la agotaría más.
Así que se reco