La mirada de Ana era serena, sin mostrar fluctuación alguna en sus emociones.
Mateo quedó momentáneamente mudo. La luz de la pantalla de su teléfono se apagó, y su mano, que había estado levantada, cayó naturalmente. Su hermoso rostro reflejaba una expresión compleja.
Nunca había sabido que Ana viviera así en la casa de los Ramírez.
Los Ramírez y los Herrera, debido a la relación entre los patriarcas, habían acordado el compromiso desde que eran niños. Para el mundo exterior, los Ramírez se estaban beneficiando de esta unión.
Al principio, Mateo era extremadamente reacio a relacionarse con Ana. Su conciencia de clase era fuerte, y siempre pensó que alguien como ella no merecía ser su prometida.
Pero en algún momento, sus sentimientos cambiaron. Desde el jardín de infancia hasta la universidad, siempre fueron compañeros de clase. La relación se intensificó durante el despertar romántico de la preparatoria. En aquel entonces, Mateo amaba profundamente a Ana, dispuesto a hacer cualquier c