Capítulo 23

Santiago optó por vestir sus típicas ropas andrajosas y calzar sus zapatillas manchadas con pintura y algunas cosas más. No estaba seguro qué cosa era lo que lo condujo hasta la casa de cierta muchachita, tal vez fue la charla que tuvo con las dos mujeres hace una hora atrás o quizás el hecho de que era un completo tonto por condenarse a creer en una mentira. Lo que fuese que sea, él estaba ahí, parado en medio de la vereda con la mirada fija en el portón de rejas.

No se sentía indignado, era otra cosa. Era algo como dolor y humillación. Así que sí, con eso en mente, abrió el portón como si fuese dueño y señor y entró. No tenía idea de lo que esa sensación de ansiedad por ver y hablar con Olivia significaba, pero lo hecho era que algo le decía que lo hiciese.

Caminó por el sendero que lo conducía a la puerta pr

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