Capítulo 67. Un perdón que no merece.
Blair, con el ceño fruncido y el corazón agitado, metía sus cosas en la maleta con furia contenida. Cada prenda que caía en la maleta era un reflejo de su frustración y de su hastío por la monarquía y por las interminables complicaciones que su relación con Oliver acarreaba. Las palabras que habían intercambiado zumbaban en su mente como un eco que no podía acallar. La idea de un posible matrimonio con Elizabeth, aunque Oliver le jurara que no se llevaría a cabo, la atormentaba. Las dudas la invadían como un reloj implacable, marcando el paso de una incertidumbre que la consumía, mientras se preguntaba si realmente podría confiar en las promesas de un duque atrapado entre deber y deseo.
De repente, al ver en la pantalla un número desconocido parpadeando, Blair miró el teléfono, sorprendida. Su corazón latía con fuerza; una mezcla de curiosidad y desconfianza la invadió. ¿Quién podría estar llamando? En un momento como este, en el que todo parecía tan incierto, la idea de responder a u