LUCIANO SCHIARETTI
Hace tiempo conocí a Carissa Britos. No fui el más amigable de los hombres, tan solo demostré que tenía un propósito aquella noche y era el de contarle quien era yo y como nuestras vidas se habían conectado de alguna manera. Había leído sobre ella y escuchado varias cosas, pero nada me preparó para ver el sufrimiento que sus ojos reflejaban, el mismo que veía en los míos desde aquel fatídico día.
Conocer a Carissa fue un desafío emocional. Los dos estábamos sufriendo, pero ella era quien debía cargar con las secuelas del pasado aún más que yo. Al menos a mi no me quedó enfermedad ni condición, pero a ella si.
Se que mi hermano la hubiese protegido de haber estado aún aquí y eso fue lo que hice. No tengo el poder de cambiar el pasado, pero al menos pude eliminar de su presente al hijo de puta que la tocó sin su consentimiento y que luego se vanaglorió de eso.
Nuestra amistad nació del caos y creció en poco tiempo. Compartimos muchos momentos y la hice testigo