Me siento mientras él camina alrededor de la cama, colocando la taza en la mesita de noche y el plato en mi regazo. Vuelve a salir, estoy seguro para coger su propio plato, y yo corto mi panqueque. Puedo ver arándanos en él, y sabiendo que no tenía arándanos ni tocino, ahora que lo pienso, en mi refrigerador, debió haber ido a la tienda en algún momento de esta mañana. Todo para mi.
Quizás haya algo ahí. Quizás no esté todo en mi mente. Quizás realmente esté donde quiere estar. Conmigo.
Trago ante la creciente esperanza en mí, sabiendo que debería aplastarla, pero descubriendo que no puedo. Vuelve a la habitación y me apresuro a darle el primer bocado, dándome algo que hacer además de mirarlo fijamente mientras se sitúa a mi lado.
Jadeo. —Puedo saborear—.
—¿Ves? Dr. Jackson al rescate. De nada—.
—Ah, claro.— Me río entre dientes. —Todo es gracias a ti—.
—Mira, no digo que sea porque estoy aquí, pero solo estoy señalando que parecías estar tocando a las puertas de la muerte cuando lleg