Ava saltó de la cama en cuanto se dio cuenta. ¿De verdad pasó? ¿Perdí mi...? ¡Ay, no!, gritó para sí misma.
—¡Layla! ¡Layla! —la llamó desesperada.
Layla siempre tiende a estar inactiva,principalmente en las mañanas, a veces Ava se preguntaba por qué tenía un lobo si no podía llegar a ella cuando la necesitaba.
¿Estaba allí? Si era así, ¿adónde se había ido? Intentó captar su olor, y entonces notó que él también estaba en la cabaña, justo afuera de la habitación. Estaban solos en el pequeño edificio yél estaba sentadojunto a la chimenea, tocando la guitarra. Podía oír la encantadora melodía desde donde estaba en la habitación y la tentó a salir a su encuentro, o a continuar desde donde terminaron lanoche anterior. ¡No! Se reprendió a sí misma, hacer eso solo echaría más leña al fuego, empeoraría la situación. Lo de anoche ni siquiera se suponía que debía haber sucedido, y sucedió. Tenía que encontrar una manera de escapar antes de que él llegara; y tenía que hacerlo ahora.
Miró la vent