Mundo ficciónIniciar sesiónEres pura, inocente. No tienes el aroma de otro hombre; lo que significa que soy tu primero. ¿Y sabes cómo me hace sentir eso? ¿Sabes lo que me hace, preciosa? —Gimió sutilmente en su oído y acercó las manos para masajearle el pecho mientras le besaba la mejilla y el cuello antes de continuar.
"Solo hace que te desee más, mi preciosa, me excita y solo me hace querer hacerte cosas que nunca le he hecho a otra mujer", luego acercó sus labios a los de ella nuevamente.
Ava no entendía lo que él había dicho al querer hacerle cosas; pero su mente curiosa quería averiguarlo. Llevó los brazos a su espalda y lo empujó más cerca de su cuerpo. Dejando su boca y un rastro caliente de sus besos por su cuerpo, él metió la cabeza entre sus piernas, y el pensamiento de lo que estaba a punto de hacer la hizo sonrojar en el momento en que sintió su lengua húmeda en la abertura de su clítoris. Su clítoris estaba tan sensible e hinchado, que él comenzó a lamer y chupar su necesitado y hambriento coño y ella arqueó la espalda en el momento en que sintió su lengua hundirse profundamente en ella. Bajó la mano para hundirse en sus exuberantes rizos mientras él follaba su clítoris con su lengua, empujando dentro y fuera mientras ella gemía hasta llegar a otro orgasmo.
Ella comenzó a sentir algo mucho más grande abriéndose paso dentro de su abertura, sabía que esta vez no era su lengua porque su cabeza estaba nuevamente al mismo nivel que la de ella, saciando su boca con sus besos codiciosos y dejándola saborear su propia humedad mientras la besaba, la punta de su polla hinchada ya le daba la bienvenida a su grasiento nudo.
Entonces sus labios se separaron de los de ella y una vez más le susurró algo más al oído con esa voz profunda y sexy suya.
"Es tu primera vez, preciosa, así que seré indulgente contigo esta noche, pero la próxima vez no seré tan delicado", murmuró con una sonrisa radiante que dejó al descubierto sus caninos blancos. Si no estuviera absorta y retorciéndose en la vorágine de sus deseos lujuriosos, tal vez se habría tomado sus palabras más en serio, pero por ahora, solo quería sentirlo en toda su longitud dentro de su cuerpo, pues ahora su mente se había desviado, mientras que la parte de ella que lo ansiaba estaba en primer plano.
La primera embestida llegó despacio, como él le había prometido, pero no alivió en absoluto el dolor punzante que la recorrió en el momento en que él atravesó su himen. Ella gritó con fuerza, con lágrimas ya formándose en sus ojos y deslizándose por su rostro. Intentó apartarlo, pero él la tenía inmovilizada debajo, atrapándole las manos con las suyas por encima de la cabeza y apresándole la boca para calmarla mientras la penetraba aún más; para someterla mientras la poseía por primera vez. "Shhh... tranquila preciosa", susurró mientras separaba sus labios de los de ella, todo lo que ella podía ver eran esos ojos azules helados y una leve sonrisa y cuando su cuerpo se calmó un poco, entonces él gimió y se retiró antes de volver a empujar más lenta y delicadamente esta vez, las embestidas que siguieron después se volvieron cada vez menos dolorosas para ella, hasta que el aire que los rodeaba se llenó de nada más que el placer erótico con el que comenzaron sus momentos íntimos, hasta que ella comenzó a disfrutar la sensación de él follándola allí mismo en el frío suelo del bosque, reclamándola.
Habría consecuencias por esto más tarde, lo supo mientras él continuaba embistiéndola hasta llegar al orgasmo y desplomarse en el suelo junto a ella, jadeando. Se acercó más y la abrazó, con la mano de ella sobre su pecho; podía sentir su pecho tan cerca que podía oír su corazón latir contra el suyo. Lo miró, estaba contemplando la luna y las estrellas brillantes que la rodeaban, formando un patrón. Ya lidiaría con esas consecuencias más tarde, pensó, pero por ahora, disfrutaría de este delicioso momento en los brazos de su pareja. Pero había algo importante que estaba olvidando, ¿qué podría ser? En fin, intentaría recordarlo más tarde, pensó.
“Nunca te dejaré ir mi preciosa”, había escuchado esas palabras claramente, pero el sueño que llenaba sus ojos no le permitió procesar lo que significaban esas palabras, solo dejó escapar un suspiro y después de un rato, se quedó dormida en sus brazos.
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Ava se despertó a la mañana siguiente con una buena sensación, una sensación de felicidad que le decía que algo bueno había sucedido la noche anterior; algo que nunca antes había experimentado, probablemente gracias al buen sueño que tuvo. Nunca se había sentido tan feliz en tanto tiempo. Abrió los ojos y no tardó en darse cuenta de que no se despertaba como de costumbre.
Lo primero que notó fue que no estaba en la habitación que compartía con su prometido Ray, sino en una habitación mucho más pequeña y acogedora, y definitivamente no estaba en la empacadora donde vivía. Lo sabía porque tenía un aire rústico, diferente a lo que estaba acostumbrada, pues las paredes eran completamente de madera, y a diferencia de donde vivía, tenía una vista perfecta del bosque desde la ventana, donde oía el silbido del viento y el canto matutino de los pájaros. No necesitaba que nadie le dijera que era una cabaña de troncos. Se miró y vio que llevaba una camiseta blanca grande, mucho más grande que ella, y que definitivamente no era suya, pero le quedaba bien. Tenía un aroma masculino, esa fragancia increíble de la que no se cansaba la noche anterior. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que la buena pesadilla que había tenido anoche no era un sueño, sino la realidad. Se quedó sin aliento.







