¡Alfa Lucas! ¡Alfa Lucas! ¡Alfa Lucas! ¡Te necesitamos, por favor, sal, Alfa Lucas! ¡Por favor, Alfa Lucas! ¡Te necesitamos!
A Suri no le importaba meterse en problemas por esto, ya estaría en problemas de cualquier manera si el alfa descubre lo que ha hecho su hija.
Meeka vio lo que estaba haciendo su madre y se unió para llamar a su alfa.
¡Alfa Lucas! ¡Alfa Lucas! ¡Mamá y yo te necesitamos! ¡Ava está en problemas!
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Lucas seguía absorto en su intento de sanar su corazón roto. Había pedido que no lo molestaran, quizá el silencio le ayudaría, pero no podía estar más equivocado; toda la habitación estaba oscura y silenciosa, y solo le recordaba cómo estaba su corazón en ese momento. Ella ni siquiera perdió tiempo en irse en cuanto la dejó ir; esperaba que aceptara quedarse solo un rato, pero claro que se equivocaba; ¿en qué estaba pensando cuando la secuestró?
¿Cuándo has oído hablar de una mujer que se enamore de su secuestrador?
—Cállate Erasmo.
El dolor era indescriptible,