Después de detenerse rápidamente por un café, siguieron su camino hasta las oficinas, Connie detuvo el auto en frente del enorme y lujoso edificio.
—Tiene bena pinta— le dijo Connie y Gilliam suspiró,estaba tan agotada y tener que lidiar con el mal humor de su jefe lo empeoraba todo.
—Si, es muy bonito.
—Gil, ¿Qué te parece si entras, le explicas la situación y yo te espero aquí para llevarte a casa a descansar?
—No sé si esté dispuesto a escuchar...
—Nada pierdes con intentar. Si el idiota de tu jefe, no te deja ir, entonces me marcas y me voy.
—De acuerdo, Rubia, lo intentaré. Gracias.
—Te quiero— le sonrió dándole ánimos.
—Y yo a ti— le sonrió y luego bajó del auto, enojadapor su aspecto que seguramente no era el mejor de todos, su ropa informal, poco profesional, su rostro libre de maquillaje y con los rastros de agotamiento reflejados en él, y su cabello suelto, sin nada especial, no era la mejor imagen que tenía paa ofrecerle a su jefe, pero era lo que había.
Caminó dec