SECUESTRADA
SECUESTRADA
Por: Venus
1. HORARIO.

-I'm on my fourteen carats

I'm fourteen carat

Doing it up like Midas

Now you say I got a touch

So good, so good

Make you never wanna leave

So don't, so don't

Gonna wear that dress you like, skin-tight

Do my hair up real, real nice

And syncopate my skin to your heart beating...

La canción de Selena Gómez resonaba con eco dentro del baño. Cantaba a todo pulmón como si de un concierto privado se tratara. Había decidido tomar una ducha después de unas horas cansinas de baile.

Una llamada de Helsey, mi mejor amiga interrumpe la canción y mi concierto el cual estaba en su mejor momento, muy a mi pesar salgo de la ducha, tomando un albornoz en el camino para colocarlo sobre mi cuerpo húmedo. Tomé el móvil, llevándolo a mi oído mientras salgo del baño.

-Escucho.-murmuro entrando a mi habitación y dirigiéndome al armario para tomar un pijama.

-Vamos a una fiesta-dice, nada más hablo. Rodeé los ojos con cansancio.

-Sí, Helsey, tuve un buen día, gracias por preguntar-digo con notorio sarcasmo en mi voz. 

¿Dónde demonios dejé mi pijama? No la encuentro.

-Venga, Sam, nunca salimos juntas- la súplica predomina en su tono de voz y apostaría un ojo a que está haciendo un puchero.

Y así seguimos los próximos cinco minutos; ella suplicando y yo diciendo que no mientras me lamentaba por haber puesto mi pijama de invierno a lavar.

-Ya, está bien-cedí al percatarme de que nunca iba a parar si no le decía que sí.-Vamos a la condenada fiesta, pero solo una hora y nos vamos-advertí.

El chillido que pegó hizo que alejara mi oído del móvil.- ¡Sí! Eres la mejor del mundo mundial.

Bufé antes de ver la hora en mi celular.

20:00pm.

Genial (notase el sarcasmo) tengo una hora para prepararme.

Yo era una de las personas más indecisas del mundo y tener tan solo una hora para escoger algo que ponerme era una desgracia para mí.

Con desdén me dirigí al closet nuevamente para ver que me podía poner. Ojeé este, mirando las prendas y prendas que nunca había utilizado, pero que por algún motivo estaban allí.

Mirando la hora y viendo que ya habían pasado veinte minutos desde las ocho me apresuré a tomar algo. Me conformé con una falda negra suelta que me llegaba por encima del muslo, una camiseta roja de manga larga que se ajustaba a mi busto y unas botas altas hasta las rodillas que nunca he utilizado. Miré por mi balcón hacía afuera, la noche parecía fresca así que tomé una chaqueta de cuero.

Miré mi cabello aún húmedo y decidí dejarlo así, tomando una liga para atarlo más adelante.

Antes de salir de mi habitación me cercioré de que tenía todo en mi pequeño bolsito de mano; y con todo me refería al móvil, dinero y llaves.

Bajé las escaleras de dos en dos y una vez en la cocina dejé una nota a mis padres para que, si llegaban antes de su viaje no se preocuparán, aunque no creía llegar muy tarde a casa.

Salí por la puerta trasera hacía el porche donde esperé sentada en uno de los escalones de la escalerita a Helsey.

El sonido del claxon de su coche hizo que levantara la mirada hacía ella.

Sin esperar mucho y para no tomar más frío me subí a este.

-Hola, guapa-dice mi amiga nada más subir, dejando un beso en mi mejilla.

-Hola, preciosa-digo mientras volteo para colocarme el cinturón de seguridad, ella es una bestia conduciendo.

Tardamos más o menos 14 minutos en llegar a la casa donde la fiesta se llevaba a cabo.

Supondría que, recién comenzaba teniendo en cuenta la música baja y la poca gente que se encontraba allí.

(2:00am)

El reloj marcaba las dos de la madrugada, había tomado dos cervezas y un gin-tonic y ya me sentía con mucho sueño como para seguir.

El alcohol la mayoría de las veces no me hacía efecto rápido, sí me daba bastante sueño.

En fin, busco a Helsey con la mirada entre la gente, pero al no tener éxito decido mandarle un mensaje.

Samara: ¿Dónde estás?

Hels-hels: En el baño, ¿ya te vas?

Samara: Creo que sí, tengo sueño, nos vemos mañana ¿sí? Cuídate, cualquier cosa me avisas.

Hels-hels: Vale, vale. ¡Te quiero!

Con una sonrisa salí de la casa, que, en cambio a como estaba antes ahora estaba atestada de gente.

Llamé a un taxi, que no tardó ni diez minutos en venir a recogerme. Le di la dirección a la mujer que lo conducía y en un abrir y cerrar de ojos había llegado a mi casa.

Pagué el transporte y con un cansancio subliminal subí a mi cuarto. Como era de esperarse

mis padres no había llegado aún.

Una vez en mi habitación me coloqué me pijama, muy a mi pesar, ya que no era el pijama de invierno que tanto anhelaba ponerme.

Mi pijama consiste en una camiseta de mi hermano que me queda enorme y unos shorts algo cortos. Me dirijo a el baño y cepillo mis dientes, peino mi cabello y hago mis necesidades una vez lista me acuesto en mi suave cama y caigo en un profundo sueño.

(...)

La canción de Shingeki no kyojin de la segunda temporada hizo que abriera los ojos rápidamente.

-¿Quién llama a esta hora de la mañana?-murmuro, tanteando en la mesita de noche para coger mi móvil.- ¿Si?-digo, una vez tengo el celular en mano.

-Hija, ¿estabas durmiendo?-la voz de mi padre irradiaba fastidio, a veces creía que me odiaba.

-Mmm... ¿no?

-Eso fue un sí-gruñó. Pff, ni que fuera tan grave ¿Qué hora es?

Me levanté, aun en la llamada y busqué mi reloj por el escritorio que había en frente a mi cama. M****a, eran más de las doce, ya ni siquiera era mediodía.

-Se me hizo un poco tarde.-admití. Mi padre solía ser muy (demasiado) quisquilloso con los horarios.

-Ven en diez minutos-fueron sus últimas palabras antes de colgar. Que maleducado.

Suspiré dejando el móvil en mi escritorio y puse el cronometro en cinco minutos, era obvio que no llegaría en diez minutos, pero al menos lo intentaría.

-¿Me bañaré ahora, o de tarde?- dije, oliendo mi camiseta. Ayer fui a una fiesta...debería.

Rápidamente me adentré al baño, y comencé a desvestirme con una mano mientras que con la otra abría la ducha y esperaba que el agua se calentara. Una vez dentro me apresuré a lavarme el cabello, sin mucha preparación. Enjaboné mi cuerpo y sin más preámbulos, salí de la regadera, coloqué una toalla en mi cabello y otra en mi cuerpo y salí hacia mi cuarto viendo que el cronometro marcaba los cuatro minutos y medio.

Me adentré en el closet, tomando un pantalón deportivo negro junto a una sudadera con capucha del mismo color. Tomé mi ropa interior y como un rayo me vestí.

Ni siquiera me había peinado cuando ya estaba fuera de casa con unas zapatillas deportivas en mano y el móvil en la otra.

Para mi suerte el taxi llegó rápido y no tuve que esperar demasiado. Tardé tres minutos y medio en llegar a la oficina de mi padre.

-Muchas gracias, que tenga buen día- le dije al taxista después de haberle pagado y bajado de su coche.

Miré el edificio que se cernía a lo alto.

Iba a mirar mi móvil cuando un brazo rodeó mi cintura y una mano tapó mis ojos iba a gritas, pero las palabras no salían de mi boca, gracias a que mis pulmones no tenían aire, las piernas me quedaron entumecidas. ¿Qué demonios me dieron...?

Lo único que escuché fue;

-Jefe, ya la tenemos.

Hasta que todo se volvió negro.

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