Tobías Bernstorf
Tan pronto como abre la puerta, nos vemos en silencio como si las palabras no fueran necesarias para comunicarnos ahora. Ella desvía la mirada hacia sí misma, presiona los párpados y da un leve suspiro seguido de una mueca avergonzada.
Ella lleva un pijama de mariposa dorado que muestra partes de su cuerpo. Le doy una media sonrisa y le levanto la mano.— Hola...
— Hola — aprieta suavemente mi mano. — Por favor entre yo voy a vestir algo más apropiado. Póngase cómodo.
Por favor, no te vayas, te ves hermosa así.
Asiento, viéndola subir los escalones, siento a la otra mujer acercarse, pero