Resistiré
Resistiré
Por: Martina nazzo
Capítulo 1

La luna brillaba en todo su esplendor en aquella noche de verano, dándole a Camila una hermosa vista desde su baño  mientras desanudaba la bata de seda. Las burbujas estaban esperándola en aquella enorme tina mientras que la música sonaba por los altavoces.

Ella, con una sonrisa en el rostro se sumergió en el agua tibia mientras tarareaba las estrofas  de su banda favorita.

El día había sido agotador, según ella, el centro comercial y la visita obligada a la empresa de su padre la había estresado a niveles inesperados.

Camila con solo veinticuatro años se había recibido de diseñadora de modas y recientemente obtuvo un título en Máster marketing de moda, tiene su propio penthouse en Puerto Madero donde almacena tres de sus cinco autos de lujo.

Era asquerosamente rica.

Su familia había fundado una empresa de moda hace muchísimos años y Alejandro Cabello, su padre, logró dejarla en lo más alto luego de trabajar duro, convirtiéndola en la mejor de todos Estados Unidos.

Masajeaba su cuerpo con absoluta tranquilidad mientras pensaba en que  mañana tenía que asistir a una reunión familiar en la casa de la madre de su novio, así que estaba lista para actuar y hacerles creer que los amaba, cuando no hacía más que rechazarlos totalmente.

Bueno, no todo en su vida era perfecto. Aguantarse a sus suegros es lo peor que le toca al final del día, ellos son realmente insoportables y si no fuera por Max jamás los vería en su vida. Su novio volvería mañana, se había ido de viaje de negocios y estaría allí unos minutos antes de ir al almuerzo. 

El celular sonó y ella pone los ojos en blanco al ver que se trata de su padre Alejandro, el hombre había intentado contactarse con ella desde que se fue furiosa de la empresa porque él la regañó. Y después de todo tenía razón, no hizo más que llegar toda la semana tarde y hacer poco y nada, estaba bastante cansado de su actitud.

—Hola —responde de mala gana, poniendo la llamada en altavoz.

—¿Hasta cuando pensarás estar enojada conmigo? —él suspira

—Lo que hiciste hoy no me gustó para nada —se queja—. Fue demasiado innecesario el haberme gritado adelante de todos los empleados.

—No, no quieras venir a dar vuelta el asunto, Camila. En primer lugar, nunca te he gritado, solo estaba regañándote y sin levantar la voz. Punto número dos, estás siendo una cínica por enojarte conmigo cuando eres tú la que me está fallando.

—¿Fallando? ¿En qué te estoy fallando? —cuestiona

—En todo. Hace meses que eres una mujer completamente diferente y no me gusta la nueva. Estudiaste durante tantas años para terminar haciendo cualquier cosa.

—Solo me estoy divirtiendo, algo que me merezco desde que soy una puta adolescente.

—Siempre tuviste lo que quisiste, no me vengas con cuentos baratos. Me estás haciendo enojar otra vez y ni siquiera te llamé para discutir.

—¿Y para qué me llamaste? —ella pone los ojos en blanco

—Porque necesito que no te olvides de que mañana tenés que venir si o si.

—No, no voy a ir.

—Quiero hablar con vos de cosas muy serias, Camila. Intenta no sacarme de las casillas porque aún estoy trabajando y no puedo vivir mal por tus estupideces. Entonces, mañana te espero en la tarde. Ni un solo minuto tarde.

—Claro, jefe.

Sonríe sarcásticamente y corta la llamada, esperando realmente que él no vuelva a insistir. En su opinión estaba muy lejos de la realidad, incluso exageraba todo lo que estaba pasando, pero claramente no es así.

Por alguna razón Camila se dejó llevar por las malas influencias y terminó convirtiendo su vida tranquila y ordenada en un torbellino, arrastrando todo lo que podía a su paso. Incluso su padre se sorprendía que a pesar de todo asista al trabajo, aunque sea una hora tarde, la mujer vivía saliendo de fiesta en fiesta y ni siquiera sabe como aún se mantiene de pie.

Es como si la conversación con su padre jamás existió porque dos segundos más tarde estaba como si nada, sumergida en su bañera y cantando canciones que pasaban en los parlantes. Últimamente se le daba muy bien eso de estar evadiendo sus sentimientos.

Su paz mental fue interrumpida con un portazo y unos pasos apresurados. Camila maldijo en voz baja cuando escuchó la voz de Denise llamándola mientras la buscaba por la casa. Siempre se va a lamentar haberle dado una copia a su mejor amiga, ella se metía a su departamento cuando se le ocurría, sin ningún tipo de respeto.

Con un largo suspiro gira la cabeza cuando la rubia se asoma por la puerta, en serio ella no tiene principios.

—¿Qué haces en el baño todavía? —preguntó horrorizada mientras entraba dramáticamente.

Realmente era un pecado para Denise estar así un sábado por la noche, cuando en realidad debería estar lista para marcharse.

—¿No puedo darme una ducha en mi propia casa? —responde soltando un suspiro.

—Samantha Williams nos invitó a su fiesta ¡Vístete!

—No me jodas, Denise. Déjame estar en paz, ya hemos salido anoche —la castaña se hunde más en el agua.

—Estás loca, no te quedarás. Es una fiesta exclusiva.

—Dime dónde será, no quiero que termine siendo una fiesta mediocre y de baja categoría como la del año pasado —contesta poniendo sus ojos en blanco.

—¡Irán muchas celebridades! ¡No podes decir eso!

—Denise, veo celebridades en cada fiesta que voy, eso no es algo que me haga saltar de la cama —dice sin darle importancia mientras salía del agua y se colocaba la bata.

No tenía otro remedio, esa mujer no la dejaría en paz ni tampoco se iría hasta que al menos le de una respuesta coherente. Tomar una ducha relajante fue algo totalmente descartado.

—Deja las llaves de mi departamento, odio que te metas así —su amiga pone los ojos en blanco y la persigue hacia su habitación.

—¿Qué está pasando?- —dijo arrugando sus cejas— ¿Porqué rechazas una fiesta?

—Mañana tengo compromisos, debo almorzar con mi padre y cenar con los padres de Max. Hemos salido toda la semana, no veo la necesidad de ir hoy también.

Denise está desconcertada escuchando sus palabras, Camila no rechaza sus ofertas desde que se conocieron. La castaña abre la puerta de su armario y se mete para buscar un pijama, está segura de que hoy tendrá una noche de películas, acurrucada en su cama.

Al menos tuvo la decencia de esperar a que se pusiera la ropa interior antes de volver a perseguirla. Camila estaba untando crema en sus piernas cuando su mejor amiga se sentó en la silla frente a ella.

—Dime que es lo que ocurre —la mujer arruga las cejas.

—¿De qué hablas?

—Hablo de vos. ¿Porqué no querés salir? ¿Fue algo que yo hice? —Camila aprieta sus labios evitando lanzar una carcajada. Denise parecía preocupada en serio.

—¿Estás hablando en serio?

—Por supuesto. Necesito saberlo.

—No está pasando nada, solo no quiero salir y ya.

—¿No quieres salir? —levanta una ceja— ¿Esa es tu excusa?

—No empieces, Denise. Suficiente tuve con el discursito de mi padre por llegar dos días tarde. No necesito otro problema más.

—No vine a darte problemas, solo quiero que la pasemos bien un rato. Además siempre te apoyo en tus cosas, haz querido a ir a lugares de m****a y te acompañé ¿Porqué no quieres ir a Ibiza conmigo?

—¿Ibiza? —Camila levanta una ceja.

—Si, Ibiza. Ella hará una fiesta en un hotel exclusivo. Solo irán personas como nosotros, nadie extraño. Debemos asistir.

—¿Y de nuestros amigos quién irá?

—Todos nuestros amigos. Ellos están allí, esperándonos —Camila suspira—. ¿Entonces? ¿Me acompañas?

—Volveremos temprano, ¡ahora ve a vestirte!

Suspiró y  terminó de untarse crema por el cuerpo, pensando que aunque había ido de fiesta cada día de esa semana, una más no le haría daño.

Miró horrorizada el armario, pensando que la mayoría de los vestidos que tenía ya los había usado una vez, así que los puso en una bolsa para regalar.

Había demasiadas cosas allí, la mitad de ese armario repleto no lo usaba y debía hacer una limpieza pronto.

Comprobó un vez más si Max había enviado un mensaje, pero no fue así. Su novio estaba de regreso en un avión y había acordado con ella que la llamaría en cuanto pisara Buenos Aires.

Se supone que eso ocurría en la mañana, pero él al menos acostumbraba a enviarle un mensaje antes de despegar. Entendió que quizás el hombre se había quedado sin batería, no había razón por la cual preocuparse.

—¿Te falta mucho? —grita

—Ya voy, pesada.

Se miró al espejo y sonrió con orgullo mientras miraba sus curvas pronunciadas. Un vestido corto y al cuerpo, que luce una sola manga larga con mucho brillo fue el atuendo elegido para el sábado por la noche.

Abrió su billetera, mirando sus tarjetas de crédito y sacó un manojo de billetes de mil pesos, no le gustaba llevar otra cosa que no sea efectivo, por seguridad.

Aunque el peso argentino no serviría de mucho para estar solo unas horas allí, por lo que dejó poco efectivo y se fue a su escritorio, bajo la atenta mirada de Denise.

—No tengo euros ¿Puedes cambiarme algunos?

—No te preocupes, llevo suficiente.

Denise no tenía tanto dinero como Camila, su familia apenas estaba comenzando a surgir en el rubro de las finanzas. Ellas se conocieron por medio de su prima, la mujer solía asistir a eventos de muy alto nivel y ella la presentó.

Por eso no tenía problema con llevar dinero para ambas si lo necesitaba, después de todo la consideraba su amiga y es la que más estuvo con ella en este último tiempo.

Acomodó su bolso, tomó su abrigo y fue hacia donde estaba su amiga.

—Estas preciosa —sonrió Denise— ¿Ese vestido es nuevo?

—Lo compré hoy —se escoge de hombros

—¿Llevas dinero? ¿Celular? ¿Las llaves del auto?

—¡Ya vámonos! —aclara su garganta—. Espera, Denise. No quiero que traigas tus mierdas y las pongas en mi auto.

—No te preocupes, eso lo consigo con Jonatan.

—¡Odio que estés en eso!

No era una noticia para nadie que Denise consumía, la mujer lo hacía cada vez que salían y si no tenía, conseguía alguna pastilla por algún lugar. Era lo único que a Camila no le gustaba, al principio le pareció  normal que fumara marihuana, ella solía hacerlo de vez en cuando, pero cuando le ofreció algo más fuerte lo rechazó totalmente.

Subieron al Ferrari negro, Camila se miró por el espejo por última vez, comprobando su labial rojo y luego arrancó el motor.

El aeropuerto privado era seguro para dejar su auto, después de todo le pertenecía a su familia.

—¿Crees que podamos regresar para antes del mediodía? —Denise se ríe.

—¿Preguntas en serio?

—Debería haberlo rechazado.

—Deja de estar tan malhumorada, Camila. No es la primera vez que salimos de Buenos Aires para ir a una fiesta.

—Lo sé, pero sabes que tengo que hacer cosas mañana —hace una mueca.

—Max estará bien, tu padre lo entenderá y tú no tendrás veinticuatro años toda la vida, así que termina con tus caprichos.

No iba a ponerse a discutir con Denise, después de todo ella sabía que irían a Ibiza desde antes de salir de la casa. Solo intentaría llegar a tiempo y todo estaría bien, nada que una pastilla para la resaca y un speed no pudieran arreglar.

El avión privado de la familia estaba esperando, ella pensaba que quizás había exagerado con todo y la fiesta después de todo sería un buen plan.

Aprovecharon el viaje para tomar y brindar mientras escuchaban música a todo volumen, necesitan beber algo antes de sumergirse en esa ola de personas que estaban interesadas en ellas.

Llegaron al hotel en una limusina negra, mientras veían todas las personas que estaban esperándolas afuera, incluso periodistas.

Camila era una persona muy famosa en Argentina y afuera de ella también, por lo que era tan esperada como cualquier celebridad que asistirían aquella noche.

—¡Necesito quitar el estrés! —dijo Camila riendo—. Hoy tomaremos todo lo que haya allí, necesito que me acompañes en esto.

—¡Lo haremos! ¡Sarah Macalister nos espera!

—Ahora estoy más interesada en entrar, la adoro. La semana pasada hemos hecho una fiesta privada en Dubai.

—¿Porque no me llevaste? —Denise estaba indignada

—Estabas en Londres ¿Cómo querías que te invitara?

—Cierto, si —ríe

—Estas mal —murmura mirándola.

—Creo que estoy ebria —rió bajito

—¡También yo!

—Es hora de bajar —respondió mirándose al espejo

—¿Cómo estoy?

—Asquerosamente sexy. Me gusta tu vestido.

—Eso quería oír —sonrió abriendo la puerta

Cientos de flashes tomaron captura de ellas dos, sonriendo, posando y enviando besos mientras a lo lejos veían a Sarah acercándose para darle un abrazo a Camila.

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