—¿Cómo lo sabes? —dijo Carlos, sintiéndose un poco orgulloso—. ¿Acaso estás preocupándote por mí, indagando sobre mi agenda? No tienes que hacerlo en secreto, ¡puedo pedirle a mi secretaria que te envíe mi itinerario diario!
Bella no pudo evitar mirarlo con desdén: —¿Olvidaste que tu asistente me llamó hace un par de días? Dijo que estabas cada vez más ocupado, incluso tienes un viaje de negocios el sábado.
—¿Cómo se atreve a decirte eso? —Carlos pareció molesto.
Bella le lanzó una mirada: —¿Acaso le diste instrucciones para que no me lo dijera?
Carlos, al ser descubierto, no se sintió incómodo y se defendió: —No le pedí que fuera tan específico, solo le dije que te informara que no estoy ocioso, que estoy trabajando duro.
Bella lo miró seriamente: —Estoy segura de que lograrás grandes cosas.
Carlos sonrió: —Bella, si sigues hablándome con esa mirada, no voy a poder irme.
Bella se quedó sin palabras.
...
Durante los dos días siguientes, Bella, además de seguir el proyecto de la compañí