Clara y varios dignatarios llevaron a Benito hacia su asiento.
Un miembro del personal se acercó a Bella para preguntarle algo, y ella se dispuso a ir a un lado con él.
De repente, una voz masculina ronca resonó:
—¡Maldita, prepárate para morir!
Bella apenas giró la cabeza cuando vio a un hombre sacar de su abrigo una botella con un líquido rojo y lanzársela.
El movimiento fue tan rápido que Bella no tuvo tiempo de reaccionar ni de esquivarlo.
—¡Cuidado!
Justo cuando Bella pensaba que iba a ensuciarse completamente, una figura de traje gris oscuro se interpuso entre ella y el ataque.
—¡Pum!
Casi al mismo tiempo, el hombre que la había atacado fue pateado y cayó al suelo, gritando de dolor. La botella se estrelló contra el suelo, haciendo ruido.
Un fuerte olor a pintura llenó el aire, y Bella, aturdida, levantó la vista para descubrir que quien la había protegido era Elio.
La pintura le había salpicado la espalda; su cuello y la parte de atrás de su camisa estaban manchados de un intens