Bella y los demás dirigieron su mirada hacia la puerta.
Aunque no se veía a nadie, se podían oír los saludos de director Romero en el patio.
—¡Vaya, ha venido el señor Romero! Señorita Llona, he oído que usted y él van a dar el gran paso, ¿ha venido hoy a darle su apoyo? —dijo una de las mujeres con evidente admiración.
—¡Claro que sí! —corroboró otra—. Señorita Llona se ha mudado a una nueva casa, ¿cómo no iba a venir el señor Romero? Si al final los Romero y los Llona se unen en matrimonio, ¡serán una pareja imponente!
—¿Quién lo duda? Ambas familias son de gran abolengo y son una pareja de aspecto inmejorable. ¡Hacen la unión perfecta! —añadió otra mujer aduladora.
—¡Dejen de hacer suposiciones! —intervino Natalia con cierta resignación.
»El director Romero y yo no tenemos planes de boda. Fue en una comida familiar cuando algunos tíos mencionaron que nuestras familias podrían unirse, y el tío Romero bromeó diciendo que le parecía bien.
»Mi padre, al tener buena opinión del director