Pedro dijo con cierta indiferencia: —He mandado traer un traje de baño nuevo para ti. Puedes recogerlo en la puerta, o yo lo dejo allí.
—Déjalo en la puerta y lárgate de una vez. —respondió Bella.
Pedro hizo una pausa de unos dos segundos y luego dijo: —Te esperaré en el pasillo.
Dicho esto, dejó la bolsa y se oyó cómo cerraba la puerta al salir.
Bella suspiró aliviada.
Tocó sus ardientes mejillas y se puso el nuevo traje de baño.
Este era más recatado, cubriendo incluso sus hombros, y la falda le llegaba hasta medio muslo.
Se sentía más cómoda así.
Aun así, Bella se envolvió en una toalla antes de abrir la puerta y salir.
Allí estaba Pedro, esperándola en el pasillo.
Cuando la vio, sus oscuros ojos la recorrieron, deteniéndose en sus largas y blancas piernas, pero no dijo nada.
—Vamos, la señorita Rodríguez y los demás están en las termas.
Bella aún se sentía incómoda: —Puedo ir yo sola, no necesito que me acompañes.
Pedro respondió: —Hoy hemos reservado todo el lugar, son principalme