Entonces, Pedro no le regaló los pendientes a Anna, sino que compró dos juegos y le regaló uno a cada una.
Esto hizo que Bella se sintiera aún más frustrada.
—Señorita García, esos pendientes son bastante bonitos. —dijo Bella con un significado profundo.
—¿En serio? —Anna tocó los pendientes y sonrió con una mezcla de disimulo—. Me los regalaron, no me lo esperaba. Resulta que él recordó que mi flor favorita es la orquídea.
—Esa flor es pura y elegante, va muy bien contigo, señorita García.
Comentó Bella elogiándola, pero luego cambió de tema rápidamente—. Por cierto, yo también tengo un par similar, y según lo que averigüé, su precio ronda los doscientos mil.
—¿En serio? —Anna pareció sorprendida—. Pedro también... quiero decir, señora Romero, ¿le gustan las orquídeas?
—Si me gustan o no no es importante. Según lo que entiendo, ¿Pedro te regaló esos pendientes? —preguntó Bella directamente.
Anna mantuvo su sonrisa habitual sin confirmar ni negar nada.
Bella dijo: —Si fueron regalo de