Deirdre estaba histérica. Arremetió contra él y lo golpeó con los puños en un ataque postraumático. "¿Estás contento ahora? ¿Eh? ¡¿Ya estás satisfecho por fin?! Nada te gusta más que verme humillada, deshumanizada y sufriendo un ataque de nervios, ¡¿no es así, maldito demonio?! Si tanto me odias... si tanto me odias, ¡¿por qué no me dejaste morir y pudrirme en la cárcel?! ¡Si me hubieras dejado morir con mi hijo, no habría tenido que sufrir todo tu tormento sin ninguna jodida razón!".
Brendan se quedó helado. Sentía como si un millón de espinas se le clavaran simultáneamente en el pecho, punzándole tanto que le castañeteaban los dientes. Le dolía, pero ni siquiera tenía fuerzas para expresarlo.
Tardó un rato en recuperarse de aquel dolor. La rodeó con los brazos y la apretó todo lo que pudo, como si le preocupara que pudiera desvanecerse si no lo hacía. "Lo siento. Lo siento... Debí haberte protegido".
Él murmuraba para sí mismo mientras el dolor lo destrozaba.
"¿Lo sientes?", se