A la mañana siguiente, mi teléfono sonó. Era Sarah. Me froté los ojos y contesté la llamada.
¿Hola?
¡Faye! ¿Qué pasó entre tú y Phillip? —preguntó rápido, con la voz llena de sorpresa.
Me incorporé en la cama. —¿De qué hablas?
—¿No lo has visto? ¡Hay un artículo sobre ustedes dos! —dijo.
¿Qué artículo?
¡Tú y Phillip! Hay fotos de ustedes besándose anoche. ¡Está en todas partes! En línea, en las noticias. La gente lo está compartiendo.
Mi corazón empezó a latir con fuerza. —¿Qué? ¡Eso es imposible! ¿Quién lo publicó?
Sarah hizo una pausa. —Dice “anónimo”. Traté de averiguar, pero no hay nombre.
Mis manos empezaron a temblar. —¿Puedes enviármelo? Las fotos. Por favor.
Ya te las mandé —respondió.
En cuanto revisé mi teléfono, las fotos aparecieron. Ahí estábamos—Phillip y yo—besándonos bajo el árbol. Sus manos rodeaban mi cintura. Mis manos en su pecho. Otra foto lo mostraba arrodillado. Mi rostro muy cerca del suyo.
Los recuerdos de anoche regresaron. Su voz suave. Sus labios cálidos. L