Faye se quedó quieta, sus ojos fijos en Phillip mientras él caminaba hacia ella lentamente. El aire a su alrededor se sentía denso, cargado con una energía que hacía que su corazón latiera más rápido. Pero no había miedo en ella. No por él. No en este momento. Faye estaba lejos de tener miedo; de hecho, se sentía extrañamente tranquila.
Phillip era alto, y sus pasos eran seguros, calculados, como si supiera exactamente cómo hacer que ella lo notara. Era guapo, sin duda, con un atractivo rudo que habría hecho suspirar a la mayoría de las mujeres. Pero Faye no era como la mayoría. Ella había visto el mundo a través de otros ojos, y no se dejaba llevar por apariencias ni palabras bonitas.
—No me malinterpretes —dijo ella, con una voz firme y con un toque de humor—, no eres mi tipo.
Phillip se detuvo a pocos pasos de ella, con los ojos entrecerrados, intrigado por sus palabras. Esperaba alguna reacción diferente: tal vez timidez, inseguridad… pero ella seguía allí, firme y sin pestañear.