Ya era hora de irse.
Josey estaba afuera junto a su esposo, la madre de Phillip, su abuela y su padre. Faye y Phillip se mantenían cerca el uno del otro.
La abuela de Phillip sonrió amablemente. —Fue un placer conocerlos —dijo.
El padre de Faye asintió. —Los visitaré uno de estos días. Hablemos de negocios.
La abuela de Phillip respondió: —Perfecto. Los estaremos esperando.
Los padres de Faye subieron a su coche y se marcharon. La abuela y el padre de Phillip también se fueron en el suyo.
La madre de Phillip se quedó un momento más. Les lanzó a Phillip y a Faye una mirada larga. Era una mirada que decía: Ya veremos adónde llega todo esto. Luego se dio la vuelta y se marchó sin decir una palabra.
Mientras el padre de Faye conducía, guardaba silencio. No podía esperar a estar a solas con Josey.
En cuanto llegaron a casa, estacionó el coche, bajó y cerró la puerta de golpe.
—Debes estar muy orgullosa de ti misma —dijo con tono duro, girándose hacia Josey.
Josey frunció el ceño. —¿Y eso q