Mathew guardaba las últimas cosas que necesitaba para irse de viaje por una semana. Su padre le había encomendado una misión de reconocimiento y debía partir a la mañana siguiente. Pero no se esperó que su puerta fuera abierta y que un Byron entrara todo mojado y con un rostro de pánico. Este corrió hacia él y cayó de rodillas a punto de romper en llanto.
Mathew dejó lo que tenía en mano y temió lo peor preparándose para llamar al doctor pensando que a Dyna le había ocurrido algo cuando Byron le jaló el borde de la camisa.
-Señor, ayúdeme por favor. No sé qué hacer. Yo… yo… besé a mi hermana-
Mathew solo pudo resoplar. Sabía que eso pasaría antes o después. Solo era cuestión de tiempo.
Mathew se pasó la mano por el rostro y suspiró profundamente.
-Byron- dijo suave- Ahora mismo tengo tremendas ganas de patearte. Tienes idea del susto que me has dado-
El lobo dejó de llorar de golpe y lo miró pestañeando. Mathew se llenó de paciencia, calmándose después de saber que la situación no era